Cierto es que tras las crisis que destruyen capital, como también ocurre tras las guerras, hay nuevas oportunidades de negocio para reconstruir lo destrozado. Fuerte actividad económica, empleo abundante, salarios altos... pero ojo: con ellos disminuyen los beneficios. Para compensar, se aumenta la producción y se saturan los mercados. Para bajar los precios se mejora la productividad: sobra personal. Aumenta el desempleo, vuelven a bajar los salarios. Merma el consumo, nueva crisis... y vuelta a empezar.
Es un poco bizantina la discusión sobre si las crisis son de sobreproducción o de subconsumo, porque ambos son aspectos parciales de lo mismo. Los oscilantes precios del petróleo son un buen ejemplo. Si está caro baja el consumo y luego los precios. Con precios bajos, sube el consumo y los precios lo siguen. El equilibrio nunca se alcanza.
Todos los recursos que emplea el capital para sostener los beneficios desembocan en alguna contradicción insuperable.
Ocurre que estos ciclos se producen en condiciones cada vez peores, por dos razones. Una de ellas la analiza el artículo. Es la mundialización como salida, que se alimenta de las situaciones diferentes del centro y la periferia. Halla su límite cuando alcanza al mundo entero y se acaban cristalizando, y a la postre neutralizando, las diferencias de nivel entre ambos. La desigualdad crece, entre países y en cada país, rebrota con fuerza la lucha de clases, crecen las resistencias y se prevén las salidas alternativas que se detallan, algunas muy poco atractivas.
Pero hay otro límite, no ya geográfico sino termodinámico, en la inexorable degradación del medio ambiente y el inevitable agotamiento de los recursos no renovables. Si hasta ahora cada crisis se superaba con un crecimiento mayor que el anterior, es de esperar que en las futuras no se alcance el nivel previo y que la contracción económica sea la constante.
Como todas ellas se producen bruscamente ("inesperadamente", dicen, y lo único inesperado es el momento exacto en que se desencadenan), es posible que de alguna sea ya muy difícil recuperarse.
Cuando la proyección futura que comento pone estos plazos, creo que peca de optimismo. Apetece decirle "largo me lo fiais". Teniendo en cuenta que tenemos una perspectiva vital corta, plazos de varias generaciones nos tranquilizan. Demasiada tranquilidad, a mi modo de ver. Para Julio César la muerte más deseable era la repentina e inesperada. Esperarla a fecha fija es lo más terrible de la pena capital. En el cuento de Pedro Antonio de Alarcón La buenaventura, el bandolero Parrón espera morir en la horca, pero se estremece cuando el gitano se la vaticina para el mes entrante.
Estremezcámonos pues, no para considerar que el final es inevitable, sino para trabajar cuanto antes en la solución. Conviene ver los toros de cerca (pero no desde una inexistente barrera) para poner tierra por medio.
LA ECONOMÍA CAPITALISTA: PERSPECTIVAS A LARGO PLAZO (2016 – 2150)
Finalmente nos quedamos con las perspectivas a largo plazo. Para comenzar me centro en lo que he señalado anteriormente, en un período de entre 50 y 150 años, el sistema actual capitalista dejará de existir y dará paso a uno o varios sistemas diferentes. Vayamos esbozando mi planteamiento hipotético, desde ya informo que como estamos operando en un plano netamente teórico e hipotético, mis planteamientos serán fuertemente generales.
Antes de comenzar, vale la pena aclarar mi posición científica, ideológica y cultural.
Antes de comenzar, vale la pena aclarar mi posición científica, ideológica y cultural.
- Mi perspectiva científica está enfocada en la multidisciplina, en las lecturas holísticas de la realidad y en el método científico en el análisis de la realidad.
- Desde una perspectiva científica creo en el materialismo histórico, por ende, considero que el motor de la historia es la lucha de clases, esto es, lo medular, profundo y estructural detrás de las grandes estructuras históricas es el conflicto de intereses entre clases contrapuestas que pugnan entre sí ya sea directa e indirectamente. Esto a la vez implica que en cualquier momento histórico que yo lea –desde el momento que existen las clases sociales-, encontraremos diferentes clases sociales contrapuestas y divididas en diferentes órdenes jerárquicos posicionados en un escalafón de la economía. Por esto mismo, cada cambio importante dentro de la historia de la humanidad también opera en directa relación con esta pugna, las clases sociales tienen frente a cada coyuntura, una posición determinada ya sea a favor o en contra de lo que realmente requieren o necesitan.
- Al son de lo anterior, soy de izquierda, creo que el futuro de todo lo humano debe tener un trabajo lo más progresista posible. Creo por ende que el desenvolvimiento de la humanidad dependerá si escogemos la vía más humana, democrática y justa.
- Personalmente soy optimista, y creo que la humanidad puede escoger y trabajar para construir un mejor futuro, pero a la vez soy realista y puedo concebir que, así como en ocasiones anteriores la humanidad entró en impactantes crisis militares que acabaron con más de 70 millones de vidas, esto bien podría repetirse.
Aclarado lo anterior, comienzo esbozando mi hipótesis en el largo plazo sin evitar aclarar que la perspectiva que entrego soslaya otras dos alternativas también probables. La primera es que la tendencia del calentamiento global termine haciendo inviable la vida como hoy se la conoce y, eventualmente, el ser humano no pueda mantener su desarrollo viéndose destinado a vivir bajo mecánicas básicas y atrasadas si es que no exterminado como una lamentable consecuencia. La segunda es que, motivados por diferentes sucesos, se desate una guerra (o varias) con consecuencias nucleares, impactando directamente en la existencia de gran parte de la humanidad, llevando al retroceso absoluto del ser humano entre 50 y 150 años, o peor aún, creando amplias zonas inhabitables por efectos de la radiación.
Supongamos que hacia el año 2070 la economía capitalista se encuentra sumamente desarrollada. Los países más avanzados como Estados Unidos, Japón o Alemania posean un PIB per cápita de 100 – 150 mil dólares. La población urbana represente entre un 85 y 95% del total. En tales países las respectivas tasas de ganancia se encuentren debajo del 5%, y la tecnologización sea cada vez mayor.
En tales condiciones los capitalistas comenzarían a invertir rápidamente en capital altamente tecnologizado: robótica y medios de producción automatizados; con esto los rubros pioneros reemplazarán mano de obra y podrán momentáneamente elevar las tasas de ganancia mediante la reducción de costes salariales.
Sin embargo, el incremento derivado del desempleo por sobre –en un inicio- el 10% incidirá negativamente en la demanda agregada, y, por ende, en la tasa de ganancia de otras empresas que operan en otros rubros. Efecto directo será la inversión de un gran nivel de capitales en tecnología automatizada, y por supuesto esto conduciría a un efecto agregado sobre la tasa del desempleo. En estos países se incrementaría por sobre el 40 o 50%.
Los capitalistas reubicarán –en un intento desesperado y recordando a sus antepasados- sus empresas en zonas de la semiperiferia y periferia, pero a causas del enorme desarrollo ya no quedan zonas donde la clase trabajadora pueda ser explotada con tal dinámica como antes, donde sea que inviertan existirá una tendencia fuerte para presionar hacia abajo las ganancias capitalistas.
En unas cuantas décadas, digamos, de 2070 a 2100 tendremos un mundo capitalista inmerso en una serie de crisis. Parecerá que no tienen mucho en común, pero en realidad todas forman parte de la misma depresión, y es que conforme el capitalista aplique más tecnología para superar su reducida tasa de ganancia, termina provocando un alza del desempleo en las zonas más desarrolladas y una desvalorización de su mercancía vendida en las zonas periféricas.
En este tercio de siglo se podrán especular una serie de salidas, entre las cuales las más generales que se me vienen a la mente podrían ser:
- Un incremento de los salarios reales de la población que conserve su empleo, a esas alturas una minoría. De este modo se buscará generar una demanda de la producción.
- Una redistribución de la plusvalía mediante la acción de los diferentes Estados, el Estado tendría un papel de demandante de productos o de fiscalizador de recurso.
- La exportación del enorme excedente de productos a los países menos desarrollados y más dinámicos donde aún el capitalismo se mantenga relativamente sano.
- Si estas crisis causan graves conflictos sociales, revueltas o tumultos, posiblemente algún Estado se encaminará a prácticas neofascistas haciendo uso de una gran cantidad de presos políticos para trabajos forzados para autosustentarse.
Sin embargo, conforme la tendencia se agudice ya no solo en los países más avanzados, sino que también en los otrora menos desarrollados, y el desempleo ascienda igualmente en estos últimos, las salidas anteriormente descritas no podrían dar una solución perpetua en tanto los capitalistas se vean imposibilitados de vender su producción. Hacia el año 2100 la necesidad sería diferente y la solución no podría venir de atajos reformistas.
¿Qué soluciones se podrían esbozar?
Principalmente tres son los escenarios que se podrían consolidar hacia 2015, pero ninguno en el marco del sistema mundo capitalista.
- La primera es que conforme los Estados entran en crisis fiscales, descomposición interna o cuestionamiento de parte de las clases medias y bajas, los capitalistas actuarán como se actuó tras la caída de la URSS, entrando en diferentes pugnas y sumándose a redes de carteles y mafias para ganar terreno político y militar dentro de los cadáveres institucionales que alguna vez representó a los Estados. Estos sucesos llevarían a que el mundo se configure en una serie de neofeudos cuasi capitalistas manejados por jefes capitalistas–mafiosos que mantendrían soberanía sobre un territorio pequeño y determinado. ¿Cuál sería la explotación aplicada a la clase trabajadora bajo su soberanía? Una suerte de trabajo obligado y remunerado para que, con el mismo, puedan mantener en parte vigentes las relaciones económicas. El comercio probablemente exista, pero no tendrá el volumen para permitir una incesante acumulación del capital, como sucede actualmente.
- La segunda opción se daría si, al igual que se ejemplificó en el caso anterior, si los Estados entran en descomposición, los capitalistas se aúnan en una posición común, reprimiendo a las voces disidentes dentro de su clase, y crean un único Estado con vocación mundial y mesiánica. Dentro de este Estado mantendrán a cerca de 1/5 de la población, la necesaria para el trabajo, mantención y perfección del capital automatizado, al restante 4/5 se la excluirá de este sistema. Como ya no hay posibilidad de motivaciones económicas, ni incesante acumulación de capital, lo que queda como motivación para los sucesores de la clase capitalista sería la conformación de un imperio–mundo ideológicamente racista, con una visión etnocentrista y dominado por una élite con una mentalidad sumamente perturbada. Sería la victoria definitiva de los intentos de Carlos V, Napoleón y Hitler por establecer un imperio–mundo sobre la economía mundo, intento que se consumaría con las estructuras ideológicas antiuniversales como el racismo y la xenofobia. De otra forma no podría manifestarse un sistema de tales características.
- La tercera opción, y es la que más me atrae, se daría si el 90% de la población explotada se organiza en lucha contra las clases dominantes. Al ver que el nivel de desarrollo es capaz de crear una cantidad de bienes y servicios superiores a los que la humanidad en sí requiere, determina que los medios de producción deben ser socializados para que la producción y ganancia termine en mano de los trabajadores. El modo de organización podría ser de diferentes formas: desde comunas autogobernadas, hasta un Estado con planificación centralizada. Pero como hablamos de un sistema donde la producción y ganancia económica cae en mano de sus trabajadores, el sistema de gobierno político debe ser íntegramente democrático, el liberalismo como ideología del sistema igualmente sería superado.
Como es lógico, hacia 2150, también podrían generarse una mezcla de estos tres escenarios al mismo tiempo en diferentes lugares del planeta: Europa podría estar organizando el escenario B de un imperio–mundo neofascista, Estados Unidos podría estar desintegrándose en feudos cuasi capitalistas y Japón iría avanzando hacia un Estado socialista. Lógicamente esto podría acarrear más guerras ya que mientras el sistema C es altamente desarrollado y conlleva la mundialización de la producción, el sistema A no, y por ende eventualmente sería absorbido. Sin embargo, el sistema B representaría la cara hostil del ser humano por mantener su riqueza, bienestar y comodidad egoístamente en su casa sin compartirla con nadie, y no permitiría que el sistema C siquiera se les acerque, un enfrentamiento militar en tal contexto sería inevitable. Y en virtud del desarrollo de la tecnología militar a esas alturas de la humanidad el resultado podría ser sumamente desastroso para todos los habitantes. Volveríamos al punto inicial, una guerra mundial con carácter nuclear pondría fin a este avance positivista que he esbozado.
Cualquiera que sea el resultado, la transición será tumultuosa, dolorosa, caótica y se verá representada por varias crisis sociales, económicas, políticas y militares. En este proceso la lucha de clases será clave para determinar el futuro de la humanidad y, a mi juicio, la posibilidad para sobrevivir durante el milenio.
Si la humanidad todavía vive hacia el año 3000 -repito, si todavía vive- podrá ver el pasado y reconocer en el capitalismo un paso previo al salto cualitativo que los potenció a ser una civilización avanzada, o, ver al capitalismo como el último momento de desarrollo humano, punto desde el cual -como indica la teoría de Olduvai- retrocedería inexorablemente hasta su mínimo desarrollo.
No se menciona en este excelente trabajo la llamada "conquista espacial" que, a mi entender, será determinante en la configuración futura del mundo.
ResponderEliminarPues tengo mis dudas...
ResponderEliminarhttps://www.solodelibros.es/gente-que-no-quiere-viajar-a-marte-jorge-riechmann/