martes, 25 de abril de 2017

Algunas cuestiones controvertidas



Victor Ríos publicó el pasado febrero un artículo, en la sección El sermón del número 349 de El Viejo Topo, titulado Retos y dilemas frente a la crisis sistémica, en el que planteaba algunos de estos desafíos que muchas veces nos paralizan al quedar enredados, como ciervos en combate, en los cuernos del dilema:
"Un buen diagnóstico nos permitiría abordar en mejores condiciones los debates sobre las alternativas programáticas en sus distintas escalas.
  • Valga un ejemplo: el que gira en torno a propuestas como la de la implantación de una Renta Básica Universal y su relación complementaria o contradictoria con otras como el reparto del empleo y el trabajo garantizado.
  • Otro: el de los contenidos y ritmos de una transición energética basada en patrones de sostenibilidad.
  • En el ámbito europeo, el de las alternativas al fracaso tanto de las actuales políticas como del modelo institucional de la Unión Europea.
  • Y en el marco de cada Estado, el de la elaboración de nuevos proyectos de país que tengan en cuenta las respuestas a los dilemas anteriores y las sitúen en propuestas de conjunto y programas de acción consistentes y viables a corto y largo plazo."
Frente a estos retos las fuerzas que se reclaman "del cambio", o "transformadoras" para eludir otro dilema más antiguo, el de "reforma o revolución", no acaban de tener claro "qué hacer", y mucho menos "por dónde empezar", pregunta con que Lenin finalizaba su libro, verdadera inauguración política del pasado siglo.

Incluso cuestiones más concretas y urgentes, que obligan a definirse, como es la permanencia o no en la zona euro, se abordan con incertidumbre, y no acaban de producir suficiente consenso.

Pero bienvenidas sean estas polémicas si nos ayudan a pensar.

A mi modo de ver el nudo de la cuestión es la existencia de varios planos de análisis que van de lo puramente coyuntural a las grandes estrategias. Anclarse en uno de estos planos nos aleja de la consideración de los otros.


En el espacio, la mayor o menor cercanía a los problemas distancia a los que más los sufren de los que quedan un poco (a veces muy poco) más lejos. Refugiados enfrentados a los nacionales, inmigrantes instalados frente a los sin papeles, trabajadores con contrato fijo (hoy casi podemos considerar tales solo a los funcionarios) con intereses diferenciados de los parados y eventuales. Para terminar, los sin techo frente a todos los demás.

Con esta óptica, el ascenso social de los que pasan a sentirse clase media, pocas veces acompañado de un cambio de mentalidad, reduce la base social de los perjudicados, que tiende a ser minoritaria. Cuando el ascenso de los primeros se frena verán en estos últimos más un lastre que una base en que apoyarse.

En el tiempo se manifiesta este fenómeno en el retraso de los efectos frente a las causas que los originan. Por eso lo inmediato, también en lo temporal, importa mucho más que lo que se percibe lejano. Buscamos soluciones a corto plazo que pueden conducir a largo plazo a situaciones peores. Y si esto ocurre mirando hacia el futuro, al analizar el pasado puede ocultar el origen de los problemas de ahora, y podemos creer que los anteriores tiempos de auge fueron buenos, cuando en ellos están las causas de los malos tiempos de hoy. Algunos añoran aún las políticas que condujeron a las burbujas inmobiliaria y financiera, e ingenuamente piensan que hay que volver al desarrollismo, por la vía liberal o la keynesiana.

Y en este mismo sentido, hay un gran retraso entre comprender la realidad y alterar nuestra conducta. En el plano individual (somos lo que fuimos construyendo en el pasado a lo largo de toda la vida: animales de costumbres), y también en los comportamientos colectivos. El "hombre nuevo", un anhelo que abarca desde San Pablo hasta el Che, solamente se va construyendo sobre bases sociales que para cambiar... ¡necesitan al hombre nuevo!

Estas disfunciones espacio-temporales están en la base de las controversias enunciadas más arriba. Ignorarlas es renunciar a resolverlas.

Sintetizando: si la visión cercana y estrecha produce divergencias, habrá que cultivar una más remota y amplia para lograr la convergencia. De los conflictos que estas dos perspectivas originan derivan las contradicciones que nos paralizan.

Las contradicciones "espaciales" de  que habla Víctor Ríos surgen, en el ámbito europeo o en cada estado miembro, por las desigualdades entre los entes territoriales a cualquier escala. En ambos casos se concretan en tensiones secesionistas, pero también intervienen las variables "temporales" producidas por las incertidumbres y miedos, diferentes si consideramos un plazo corto u otro mayor, sobre las consecuencias negativas de una u otra alternativa,

Claramente temporal es la indecisión sobre la ruta a seguir para afrontar el cambio climático o la transción energética sostenible. Aquí el interés inmediato entra con mucha claridad en conflicto con lo más conveniente a largo plazo, pero no hay que olvidar que en lo inmediato lo primero es sobrevivir. Claro que no basta con sobrevivir sólo en lo inmediato... y volvemos al dilema.

Esto es lo que a mi entender se debate en la disyuntiva renta básica vs. trabajo garantizado, cuyas posiciones aparecen en los enlaces que dejo al final. Si la renta básica no resuelve muchos problemas, que solamente se podrían erradicar eliminando la actual inmersión de todo lo existente en el mercado capitalista, como afirma y razona acertadamente Eduardo Garzón, la propuesta de trabajo garantizado, que ya recogí aquí,  es también problemática en las actuales condiciones políticas y sociales.

Pero no veo que ambas propuestas sean excluyentes, porque las veo sucesivas y complementarias. En un primer momento. la renta básica, con todas sus limitaciones y las reacciones adaptativas con las que un sistema económico que no desaparecerá con ella provocará, puede ser una medida de choque para satisfacer las necesidades básicas de la población. Pero rápidamente un gobierno que sea capaz de implantarla deberá iniciar la vía de garantizar el trabajo, creando puestos en las áreas de servicio a la sociedad, tanto en lo asistencial (servicios como la educación, salud, cultura, atención a la dependencia...) como en la producción de bienes dirigida a satisfacer necesidades básicas. Para eso habrá que definir juiciosamente cuales son éstas, en un contexto de decrecimiento, que más vale que sea programado.

En resumen. sin olvidar lo perentorio, hay que cultivar una visión holística en medio de las reivindicaciones inmediatas. Que los áboles particularistas no nos impidan ver el bosque. El horizonte se dilata cuando ascendemos.

Dejo aquí enlaces a los artículos cuya lectura ha motivado esta entrada, ordenados cronológicamente:

13-01-2016
Entrevista al economista Daniel Raventós
“El trabajo no dignifica, dignifica la existencia material garantizada”
Nuria Alabao
CTXT
30-01-2017
Críticas a la Renta Básica Universal desde la izquierda
Eduardo Garzón lanza seis reflexiones acerca de los posibles efectos desfavorables que podría tener la Renta Básica Universal.


03-02-2017
Carlos G. Osto
Rebelión
04-02-2017
Debate / A la mierda el trabajo
La izquierda y la revolución digital
El trabajo no va a desaparecer, pero sí buena parte del empleo asalariado. Hay que promover nuevas actividades ligadas a la información y a la colaboración además de una RBU en forma de impuesto negativo de la renta
Manuel Escudero

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