sábado, 11 de mayo de 2019

Geografía horizontal e Historia vertical

En el mapa físico de España que estamos acostumbrados a ver se hace difícil prescindir del corte que supone la frontera portuguesa. Los ríos que nos resultan familiares nos abandonan y se pierden en tierras mal conocidas, como si la raya tuviera existencia física más allá de las abandonadas aduanas. Es la fuerza de los mapas sobre nuestra conciencia del territorio. Los Estados (España y Portugal) alteran nuestra percepción de la península (Iberia).




Vemos la meseta central aislada del mar. Por el norte, el sur y el este, cadenas montañosas la limitan. Y no nos planteamos siquiera con cuanta suavidad desciende hacia el oeste. Los ríos no lo saben y bajan plácidamente hacia el Atlántico.

Incluso en este otro mapa, que omite la línea fronteriza, la imagen oficial y la memoria conceptual nos la impone.













El mapa político enmascara y escamotea al físico en nuestras cabezas.

Seguimos e
l curso de un río fronterizo. Por una de las orillas permanecemos en el mismo país. Por la otra, de pronto, nos sentimos en tierra extraña.


Los Estados modernos, al consolidarse, han deslindado rígidamente sus territorios. No siempre fue así, y no en todos los campos lo han logrado por completo.

En este sentido fue muy ilustrativa la conferencia de Francisco Rodríguez Sánchez en la reciente Semana de Filosofía sobre "el mundo gallego-portugués medieval: dos reinos y una frontera inexistente". Los dominios feudales, sus imprecisas y cambiantes relaciones con las diócesis cristianas y las dinastías reales fueron convirtiendo lo que fue un único pueblo en dos entidades separadas, formando parte de reinos cada vez más definidos, pero no por ello menos casuales.

La historia creó una realidad de norte a sur que cruzó y enmascaró las realidades  geográficas de este a oeste. Revelando, una vez más, la tendencia de los Estados a convertirse en naciones, pocas veces coincidente con la de las naciones a cristalizar en Estados.

L
a conquista, saltando las cordilleras que discurren de este a oeste como fronteras naturales, creó tres grandes entidades, Portugal, Castilla y Aragón. El primero resistió la unificación. Galicia, separada de su primera identidad  por el azar de las políticas dinásticas, ya se ha diferenciado demasiado para volver a ser galaicoportuguesa. Las divisiones políticas, aunque condicionadas por la geografía, se le imponen, creando las identidades que hemos aprendido. De ahí la importancia de los mapas como referencia ideológica de las patrias.

Patrias casi siempre conflictivas, cambiantes como las fuerzas en presencia. Identidades que los Estados quieren consolidar, y a menudo lo logran, imponiendo lenguas y banderas. Como dijo Nebrija, "siempre fue la lengua compañera del imperio". Lengua "oficial" que reduce todas las variantes a formas defectuosas de hablar.

Así que la visión actual de la frontera cristalizada históricamente dista mucho de la cambiante e incierta del pasado. Si Portugal ha consolidado en gran medida el ideal de ser un Estado-nación, en España la situación es más compleja, aunque el paso del tiempo y las políticas institucionales tiendan a homogeneizar la situación.

En esta conferencia se pone de manifiesto lo erróneo de trasladar a tiempos pasados el pensamiento de hoy, creando artificialmente "esencias patrias" que hace unos siglos nadie podía siquiera imaginar. Estas es la tesis que sostiene:


El mundo gallego-portugués medieval: dos reinos y una frontera inexistente

El análisis a desarrollar tiene como objetivo evidenciar hasta qué punto la existencia del Estado español y del Estado portugués actuales contaminan y determinan la visión de la historiografía académica sobre el pasado medieval en el relativo a la relación Galicia/Portugal. Esta retroproyección de la realidad actual sobre el pasado esconde que entonces, aun existiendo dos reinos, había una unidad gallego-portuguesa que se sentía como tal, en el aspecto social, en el cultural y en el lingüístico, e incluso en la forma de entender el futuro por parte de las clases dirigentes. Haciendo una indagación basada en los hechos, en las relaciones y en los comportamientos, comprobaremos hasta qué punto no se puede hablar de frontera en el sentido actual del termino, y menos de frontera estable o fijada con criterios de soberanía política nacional entre Galicia y Portugal en la Edad Media. Detectaremos como, incluso después de la independencia del reino de Portugal, existe una clase dirigente común a ambos reinos con una estrategia política galegoportuguesa. De esta manera llegaremos a comprobar como su familiaridad e identificación respecto a Portugal era mucho mayor que con León y con Castilla, aunque el poder monárquico del que dependía el reino de Galicia fuera el que regía en estos dos últimos reinos también. Además, explicaremos como afectó la que se viene conociendo como crisis bajo medieval, representada en el contexto europeo por la conocida como Guerra de los Cien Años, para destruir esta ósmosis y comunidad gallego-portuguesa, con el inicio de la construcción de una frontera fija, estable e indicativa de la existencia de dos Estados, en uno de los cuales, el español, quedaba Galicia subordinada. Para acabar se harán algunas cavilaciones y conclusiones sobre la diferencia Estado/Nación, la división de la Galicia histórica en dos, sus repercusións negativas y cual fue su causalidad. También contrastaremos el pasado con el presente para indagar de donde vienen los impedimentos para que, desapareciendo en apariencia las fronteras entre los Estados de la UE, Galicia y Portugal vivan hoy mucho más de espaldas que en la etapa medieval en todos los aspectos.



 
Esta otra conferencia aborda la frontera desde la misma frontera. Los habitantes inmediatos no la perciben como separación del mismo modo que los más distantes. para ellos es más una relación entre territorios próximos y gentes cercanas.

La diferente percepción que los núcleos y las periferias tienen de la frontera, especialmente las periferias marginales, es motivo de análisis en esta otra charla:

Límites y fronteras: pensar el territorio desde los márgenes

Desde la publicación, en 1897, de la famosa Geografía Política de Friedrich Ratzel, considerado habitualmente cómo uno de los padres de la geopolítica y de la geografía política contemporáneas-, la frontera convencional apareció una y otra vez en todos los manuales y tratados de esta subdisciplina geográfica. Se trata, sin duda, de un fenómeno de carácter geopolítico de enorme importancia que, de nuevo y para nuestra sorpresa, vuelve a marcar la agenda política de este mundo globalizado y a la vez polarizado en el que nos tocó vivir. Con todo, la conferencia no sólo se refiere al auge inesperado de esta frontera geopolítica de todos conocida, sino que reflexionará alrededor de la idea más amplia de límite territorial, es decir el perímetro, la franja que delimita y a la vez actúa de punto de contacto entre dos -o más- entidades geográficas diferenciadas. La frontera geopolítica es una más de estas delimitaciones territoriales, quizá a más conocida y lacerante, pero no la única. He ahí una tradición mucho más antigua aunque la anterior, que se remonta a los primeros geógrafos griegos, hay ya bastante más de dos milenios. Una tradición riquísima, sin duda, pero que condicionó históricamente y culturalmente nuestra mirada sobre el territorio, siempre focalizada en el corazón de los espacios conformados por límites a menudo arbitrarios; una mirada atenta la como era el núcleo de las regiones que previamente delimitáramos sobre un mapa, pero que obvió lo que sucedía en los límites, en los umbrales, en las fronteras, siempre híbridas, mestizas, heterogéneas y, justo a cuyo objeto, escurridizas. Definitivamente, llegó la hora de pensar el territorio desde los márgenes. 


3 comentarios:

  1. No conoce fronteras, y aunque suele concentrarse en ciertos "paraísos", viaja por todo el mundo, y en todo el mundo es querido, bienvenido y protegido.
    ¿El ser humano?... No. El puñetero dinero.

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  2. https://arrezafe.blogspot.com/2018/05/punto-y-raya-soledad-bravo.html

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