Lewis Mumford, en su esencial libro Técnica y civilización, meditaba sobre el desarrollo conjunto de la tecnociencia y el capitalismo, y proponía la invención del reloj mecánico como esencial en la modernidad, por encima de otros adelantos, como el empleo de las energías fósiles que inicia oficialmente la era paleotécnica.
Marx sitúa el éxito arrollador de la industria moderna en la implantación de la manufactura, antes que en el desarrollo de la maquinaria, porque es sobre todo la división de las tareas en el tiempo y el empleo de éste en paralelo lo que multiplica la productividad.
Estirar el tiempo, la piel de zapa, es el principio y fin de la vorágine que nos arrastra en este viaje ¿a ninguna parte?
Los capitalistas siempre han ofrecido más fácilmente mejoras salariales que reducciones en el tiempo de trabajo, porque es el tiempo lo que convierten en dinero. Time is money. Ahora mismo está más claro que nunca.
Recomiendo, si tenéis tiempo, el escrito de Jorge Riechmann Tiempo para la vida, incluido en su libro "Gente que no quiere viajar a Marte".
Como daño colateral, recojo mi intervención en un congreso sobre "La saga/fuga de J. B." que se celebró en Pontevedra hace algún tiempo, y que apareció como artículo en "La Tabla Redonda: anuario de estudios torrentinos", ISSN 1697-0373, Nº. 1, 2003 , pags. 129-146
No es un bello producto, no es un fruto perfecto... pero alguna vez esto tenía que empezar. Todo corre prisa, el tiempo se encoge como la piel de zapa. Por eso lo importante se hace urgente y lo urgente cobra importancia. Ahí va eso. Irá cambiando, se desarrollará, pero no se puede esperar más. Época rara ésta. ¿Lo habrán sido todas? Posiblemente, pero no en tan alto grado. Ahora todo es apariencia. Intentemos descubrir juntos qué hay detrás del decorado.
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