jueves, 2 de junio de 2011

Sr. Policía





















Usted no puede golpear con la porra a ciudadanos desarmados y pacíficos, Sr. Policía, sea Policía Nacional, Autonómico, Municipal, Ertzaina o Mosso d’Esquadra. En ningún caso. Sí puede físicamente hacer uso de su fuerza bruta de forma delictiva, pero, legal y moralmente, usted no puede golpear con la porra a ciudadanos desarmados y pacíficos. No puede. No puede tampoco pegar patadas a un ciudadano que está en el suelo porque usted y sus compañeros de Cuerpo lo han derribado.

Haga lo que haga él, usted no puede golpear con la porra a un ciudadano que está sentado pacíficamente y no lleva armas. Nos habían horrorizado casos anteriores similares, como cuando creímos ver hace unos años a sus compañeros de la Policía Municipal de Madrid pateando a ciudadanos derribados en la plaza del Dos de Mayo, pero éramos pocos los que creímos verlo, uno no puede estar en todo, y siempre se negaba por la autoridad competente, militarizada por supuesto, lo que habíamos creído ver. Pero ayer lo de la Plaça de Catalunya lo vio todo el mundo en todas las televisiones y nadie podrá negarlo. Usted golpeó con la porra a ciudadanos desarmados y pacíficos. 

Parece que ustedes llaman ‘defensa’ a la porra. No entiendo mucho de su jerga, pero recuerdo que eso es lo que decía el jefe de sus jefes, Martín Villa, cuando justificaba los apaleamientos masivos de las fuerzas de represión sobre los obreros en huelga. Eran otros tiempos, ahora ya no caen los trabajadores abatidos por ‘disparos al aire’. Vivimos en democracia y, sin embargo, usted no utilizó ayer la ‘defensa’ para defenderse de nadie en la Plaça de Catalunya. Usted golpeó con la porra a ciudadanos desarmados y pacíficos.

No puede usted alegar órdenes recibidas, obediencia debida, porque nadie puede darle la orden de golpear con la porra a ciudadanos desarmados y pacíficos. Nadie puede ordenarle, aquí, en un país democrático, lo que no se atrevieron a ordenar Mubarak o Ben Ali. Si su jefe tuviera la osadía de ordenárselo, usted, Sr. Policía, ciudadano de un país democrático, lo pondría en conocimiento de la autoridad competente -en la que confía sin reserva alguna- para que se sancionara ese abuso contra los ciudadanos y también contra usted, también ciudadano de un país democrático que no tiene por qué ejecutar órdenes ilegales y golpear con la porra a ciudadanos desarmados y pacíficos.

Si el jefe de sus jefes, el Sr. Felip Puig, dice que usted ‘calibró bien’, usted, Sr. Policía, debe decirle que no, que usted golpeó con la porra a ciudadanos desarmados y pacíficos y les produjo heridas y lesiones de diversa consideración. Y que eso es una vergüenza para usted, sus jefes, su Cuerpo y su país.

Es posible que usted sea demócrata y considere que los ciudadanos desarmados y pacíficos a los que golpeó con la porra cuestionaban la legitimación democrática de los jefes de sus jefes, los que se presentaron a elecciones. Se pueden discutir las opiniones, pero eso no le permite a usted golpear con la porra a ciudadanos desarmados y pacíficos. Ni siquiera era admisible cuando a sus jefes los legitimaba la gracia de Dios.

No se crea que se lo vayan a agradecer los beneficiarios de sus desmanes. Usted puede ver en las películas, como en la vida misma, cómo los sicarios son siempre despreciados por los poderosos que los usan y los tratan como a sus perros de presa. Y usted no es un perro, es un ciudadano de un país democrático, que no puede golpear con la porra a ciudadanos desarmados y pacíficos.

Usted será sancionado, Sr. Policía, pero en la democracia sanción no es venganza. Es mejor que usted reciba la sanción, reflexione y se reinserte que no que siga la degradación y podredumbre en que está inmersa la sociedad española con su Banca a la cabeza. Si hay algo de decencia en el Govern y si el Síndic de Greuges cumple su función, su jefe será también sancionado, y el Conseller, Felip Puig, será destituido con ignominia. Si no, muchos nos ocuparemos de recordarlo mientras nos queden fuerzas. 

Sr. Policía, mientras usted no entienda que es un trabajador y un ciudadano, y que no puede golpear con la porra a ciudadanos desarmados y pacíficos, no vamos a ser amigos.

 El mundo de la insolidaridad se está acabando, apúntese al nuevo. Usted posiblemente es joven y llega a tiempo. Pero entretanto, recuerde que no puede golpear con la porra a ciudadanos desarmados y pacíficos. No puede, Sr. Policía.

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