Diferencias convergentes, asociación disociada, disciplina libertaria...
Los problemas están ahÃ, cada vez más a la vista. Las soluciones son inciertas. Sus agentes, de geometrÃa variable. No hay recetas, ni "hoja de ruta" (no me gusta mucho esta expresión pero dejo su crÃtica para otro lugar).
Se trata de sincronizar y coordinar lo fragmentado, sin reducirlo a una sistemática imposible.
          Reproduzco, permitiéndome licencias en la organización del texto, la parte final del artÃculo "Remedio  contra pesadillas", de Eduardo Montes de Oca, en Bohemia.
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Capitalismo cuyos rasgos visibles son:
- tendencia a la desaceleración del crecimiento, comprobable estadÃsticamente;
- hipertrofia financiera global, enseñoreada sobre la economÃa productiva;
- decrecimiento de la revolución tecnológica, que se va convirtiendo en factor destructor de fuerzas productivas, más que en creador o desarrollador de ellas -¿un ejemplo? La informática al servicio de la financierización se trueca en elemento demoledor de empleos, y contribuye a nutrir las famosas burbujas, que estallan y… ya se sabe-.
- Como cuarta caracterÃstica, decadencia del Estado burgués, con un inherente deterioro institucional.
          Ahora, insistamos en que pecarÃa de incauto quien, 
gastándose un  determinismo a lo Kautksy -menuda tara intelectual-, 
siguiera esperando que la  provecta formación se derrumbe o colapse bajo
 el peso de sus propias leyes, sin  la intervención de potencias lo 
mismo de bases horizontales y comunitarias que  constituidas por 
partidos más o menos jerárquicos o gobiernos con voluntad  
antisistémica.  ¿Lo ideal? La conjunción  de esos universos. Y el golpe 
isócrono contra el gran leviatán. Todos a una, a  la manera de 
Fuenteovejuna
          Pero cuidado: la explayada crisis fragmenta el 
planeta en regiones, de  tal modo que el sistema-mundo podrÃa estar 
acercándose a la desarticulación,  fenómeno que exige a los inconformes 
un amplio espectro de estrategias, en  respuesta a las divergencias de 
los procesos polÃticos, sociales y económicos.  Nada de calco y copia, 
sino creación heroica, pedÃa Mariátegui.
          Finalmente, con el colega Raúl Zibechi recordemos 
que el capital llegó  envuelto en sangre y lodo, y tuvo que mediar una 
catástrofe demográfica como la  originada por la peste negra para que la
 gente, paralizada por el miedo, se  sometiera, no sin resistencia, a la
 lógica de la acumulación. Entonces, depende  de la propia gente -de la 
humana subjetividad- arrancarse el temor, para  comenzar a reapropiarse 
de los medios de producción y cambio, y construir algo  distinto. Porque
 para conjurar la pesadilla se precisa de algo decididamente  distinto. 
¿O me equivoco?
 
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