En la URSS y en los demás países del ex campo “socialista” la 
“manija” estaba indiscutiblemente en manos de los respectivos gobiernos y
 su partido adyacente. Pero la hegemonía estaba perdida por ambos desde 
hacía mucho tiempo.
Ese error está aún hoy muy generalizado. Es fácil observarlo y sufrir sus consecuencias.
Caer en dicha confusión es, además, desarmar a los militantes y al 
pueblo. Porque a veces tiene más hegemonía un canal de televisión que 
grandes organizaciones y alianzas políticas y sociales.
Tener la hegemonía es mucho más profundo y 
difícil que tener un cargo desde donde poder mandar… O creer tenerlo: 
porque en realidad si el que “manda” no tiene la hegemonía, no manda 
nada aunque le hagan creer que sí.
La hegemonía y el poder radican en el corazón y en la conciencia de las grandes mayorías; de la gente; de los pueblos.

 
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