Un diálogo con el sociólogo e historiador Moishe Postone en la Escuela de Relaciones Laborales de Madrid.
Sobre el riesgo de eclipsar el internacionalismo, sustituyéndolo por la defensa de particularismos. La dicotomía que el capitalismo lleva generando desde hace tiempo entre un universalismo abstracto y particularismos concretos.
Estoy intentando recuperar un concepto de capital que creo que los
movimientos sociales de izquierdas han perdido. Y no sólo los
movimientos más recientes. Creo que existe una tendencia a no entender
bien el sistema sino a personalizarlo en los banqueros (por ejemplo, en
los banqueros alemanes). Claro que estos han desempeñado un importante
(y pésimo) papel pero debemos entender que estamos ante una crisis
global. Mi trabajo es un intento de recuperar categorías muy abstractas,
como la de capital, para empezar a repensar cómo entendemos la
naturaleza sistemática del capitalismo, no sólo de la crisis, sino
también de lo que pasa entre las crisis. Creo que en lo que respecta a
la conciencia de izquierdas la guerra fría fue desastrosa. El movimiento
comunista internacional transformó el término internacionalismo en
tomar partido por un bando, lo cual disminuyó la capacidad crítica de
las personas de izquierdas. Podían ser muy críticas con EEUU, pero se
limitaban a defender lo que estaba pasando en la URSS. Categorías
históricas como el capitalismo y el socialismo se transformaron en
categorías espaciales: un bando y el otro.
Esto es importante porque la
nueva izquierda trasladó este problema a los nacionalismos del tercer
mundo. [Esta forma de pensar] merma la capacidad crítica de las personas
de izquierdas para tratar a fondo determinadas situaciones precisamente
en un momento en el que es urgente crear una nueva forma de
internacionalismo, que sea realmente internacional y no sólo una suma de
nacionalismos buenos y malos.
(...)
Creo que la cuestión de la agencia de la clase trabajadora resulta cada
vez más complicada. En la medida en que la acumulación del capital
implicaba la expansión del proletariado había una solución de
continuidad entre la posición de éste en la sociedad y el impulso de
reformas que "humanizaron" el capitalismo. Esta "humanización" fue un
logro de la clase trabajadora. Pero cuando el proletariado empieza a
disminuir en importancia y entra en cierto declive, existe el riesgo de
que se vuelva reaccionario, como cualquier otra clase que se ve
amenazada. En EEUU la clase trabajadora se ha vuelto muy racista y
asistimos a una desafortunada polarización entre trabajadores que no
están nada preocupados por sus condiciones económicas pero que, sin
embargo, defienden los derechos de los inmigrantes, los homosexuales,
las mujeres, etc.; y trabajadores que se preocupan mucho por sus propias
condiciones de trabajo y ven a los demás como enemigos. Me parece una
señal inequívoca de peligro que en Francia haya regiones enteras que
antes votaban comunista y ahora voten por Le Pen. Creo que hay un punto de inflexión histórico. Lo que trato de
sugerir es que no hay manera de dar un vuelco a la situación actual si
seguimos analizándola en términos de clases trabajadoras nacionales. Desde mi punto de vista, habría que establecer
un nuevo internacionalismo que no puede ser una repetición del
internacionalismo que emergió cuando el proletariado era una clase en
expansión. La primera tarea para cualquier movimiento que pretenda hacer
algo con la clase trabajadora debería consistir en debilitar la
competencia que existe dentro de esa clase y es ahí donde las cuestiones
relacionadas con la inmigración entran en juego. Creo que sería mucho
más importante que la izquierda estuviera implicada en esto más que en
la forma distorsionada de antiimperialismo a la que hice referencia
previamente.
(...)
Me parece que lo que es positivo de los movimientos identitarios es que
el tipo de universalismo que estaba asociado a la clase trabajadora,
pero no solo con ella, es un universalismo que negaba la diferencia. Era
solo un lado de la forma mercancía: el lado del valor. La tarea
histórica consistiría entonces en encontrar formas específicas que
fueran universales de diferente manera. Sin embargo, muchos de los
movimientos identitarios simplemente se han desplazado al otro lado de
la dicotomía [el del valor de uso] y se han vuelto particularistas. En
este sentido, creo que están reproduciendo la dicotomía que el
capitalismo lleva generando desde hace tiempo entre un universalismo
abstracto y particularismos concretos.
(...)
La crisis ecológica a la que podemos enfrentar y la que está ocurriendo
ya, que no es más que un encadenamiento de desastres, es crucial.
Cualquier crítica del capitalismo tiene que ser una crítica a esta forma
de crecimiento. Pero creo que la respuesta no puede ir en la dirección
de lo local, ya sea en forma de economía alternativa o de ayuda mutua.
El problema es global y solo puede ser enfrentado a una escala global.
Es verdad que pequeñas comunidades pueden salirse, siempre han podido,
pero no todo el mundo puede salirse a la vez. De manera que tenemos que
empezar a desarrollar una noción de cómo afrontar la situación
globalmente.
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