Tras el suflé mediático de Marina Silva, esta candidata derrotada muestra aún con más claridad la verdadera cara de su "ecologismo", al apoyar a Aécio Neves para la segunda vuelta.
Es claro que los movimientos reformadores de América Latina, pese a su denominador común, son fenómenos desiguales, de diferente fuerza y velocidad. Únicamente donde la izquierda real no precisa de apoyos del "centro izquierda" puede ir más allá del "capitalismo asistencial". Y aún en los países que han llevado más lejos el proceso, el freno que supone su inserción en el mercado mundial como abastecedores de materias primas los conduce al extractivismo y choca con el proyecto originario del "buen vivir".
Es fácil que una parte del pueblo, desilusionada por el frenazo a una parte importante de sus reivindicaciones, se vuelva hacia propuestas que prometen en falso conservar "lo bueno" del proyecto, en medio de... una vuelta a las políticas neoliberales.
Por otra parte, la economía mundial, inevitablemente, ha topado con los límites que hacen imposible la recuperación del crecimiento. Los países que lo dinamizan se frenan, y con ellos todo el "sistema mundo".
Hay que tener esto muy claro si no queremos, en medio de la desilusión, volvernos hacia un pasado imposible de recuperar. Y hay que hacer mucha pedagogía.
Desde luego, el futuro no está escrito, y cualquier desenlace dependerá de la aportación infinitesimal de cada uno de nosotros. Aquí y allí.
¿Qué va a pasar después de octubre en Brasil y el Cono sur?
(O cómo las gasta el azar en la historia)
(O cómo las gasta el azar en la historia)
Rebelión
Un trabajo de Marcelo Falak publicado hoy en “Ámbito Financiero” nos
alerta sobre las posibilidades que un triunfo de la “ecologista” Marina
Silva abre para el gigante a nuestro norte y, sin duda, también para
nosotros.
La muerte accidental del candidato del partido “socialista”
(las comillas van por lo alejado que está la realidad de dicha
organización de cualquier ideario con ese nombre) Eduardo Campos dejó a
Silva a un paso de la presidencia de Brasil.
Lo que parecía un
triunfo fácil para Dilma Rousseff se ha tornado en un disputado final en
que las encuestas la dan posible perdedora. Y esto ha cambiado
radicalmente las perspectivas no sólo para Brasil sino para todo el
continente.
Como dice Falak:
La política internacional ha figurado poco en los debates de los candidatos presidenciales, pero quienes siguen esos temas advierten que si el PT pierde, Brasil podría volver a alinearse con las posturas librecambistas de Washington.
El texto [1] es mucho más que una mera formalidad, ya que recoge el interés del gran empresariado brasileño, cuyo apoyo será ineludible si Marina Silva llega al poder, dada la debilidad política y legislativa que inevitablemente tendría la alianza que la sostiene. Asimismo, fue ratificado en público por la propia candidata.
No hay que confundirse con ella; la suya no es una voz improvisada o idealista, ajena a los contactos con el gran empresariado. La coordinadora de su programa económico es Maria Alice Setúbal, nada menos que una de las accionistas y heredera del principal banco privado de Brasil, el Itaú.
"Neca" Setúbal es desde hace tiempo uno de los principales apoyos empresariales de la ambientalista. Según la prensa brasileña, donó el año pasado un millón de reales al instituto de Marina, lo que da cuenta del 83% de los recursos de éste.
Más que actuar como mera portavoz, la banquera inspiró en la candidata un pensamiento económico con el que el sector financiero podría sentirse muy cómodo. No por nada, tras alguna duda y zozobra inicial, cada encuesta que registra un avance de Marina es saludado con fuertes subas en la Bolsa de San Pablo.
Un reciente informe del Citi señaló que el plan económico ortodoxo de Silva beneficiaría a los bancos privados y a empresas contratistas de proyectos de infraestructura, mientras que podría impactar negativamente en algunos segmentos industriales.
La gran industria, sobre todo la paulista, se siente en condiciones de competir en las grandes ligas mundiales. Por eso abandona su viejo reflejo proteccionista y aboga por una amplia apertura comercial. Para ella, el rol de la Argentina, el Mercosur y Sudamérica como mercados protegidos para la consolidación de sus exportaciones ya está cumplido.”
No
cabe duda que Dilma Rousseff, tal como antes lo hizo Lula Da Silva, no
ha sido otra cosa que una representante de la burguesía brasileña. Que
llevó adelante una política destinada a suavizar las contradicciones de
clase que, como cualquiera sabe, cuando se tensan demasiado ponen en
riesgo la existencia misma del sistema. Dentro de éste panorama se
inscriben, sin duda, los sucesos que con algunas diferencias pero con
mucho mayores coincidencias han ocurrido en Uruguay. Repartir algo del
excedente con los más pobres para que todo el mundo coma es la esencia
de dichas políticas a la interna. En el plano internacional Brasil
mostró siempre, dentro de un sometimiento general a las políticas
imperialistas, un cierto margen de independencia. Márgenes que se
acentuaron durante los gobiernos Lula-Rousseff.
La cita que
reproducimos más arriba pone de manifiesto la posibilidad cierta de que
una victoria de Silva cambie radicalmente el panorama. Para Uruguay,
cualquiera de las dos salidas posibles del proceso electoral (Tabaré
Vázquez o Luis Lacalle) implican más o menos lo mismo. Una
profundización del camino esencialmente neoliberal de la política
económica (mediante el abandono de ciertos pujos neo desarrollistas que
anidan en sectores del Frente Amplio) y, sobre todo, el abandono
definitivo del MERCOSUR como proyecto político.
Para los
trabajadores de ambos países las implicanciones de estos cambios no
pueden ser más sombríos. Porque, además, se dan en un contexto económico
regional y mundial esencialmente desfavorable. Tanto Argentina como
Brasil están en recesión “técnica”. Expresión que más bien tiende a
suavizar un poco la brutalidad del concepto. Recesión implica economías
que no crecen, sino por el contrario, se reducen. A nivel mundial la
economía europea está, también, en recesión o muy cerca de ella. China
se desacelera, lejos aún del decrecimiento económico, pero Japón está
también muy cerca de la recesión.
De las grandes economías mundiales sólo los EEUU se muestran con algún vigor, con un crecimiento anualizado menor a 3%.
Por
ahora no se avizora un aumento drástico de las tasas de interés que
pagan los bonos del tesoro de aquel país, el “metro” que determina el
piso de las tasas de ganancia a que aspira el capital a nivel mundial y
que determina, a su vez, los precios de los activos, la tierra rural, la
urbana, las instalaciones industriales, etc. O sea, el precio de
cualquier activo rentable está determinado por el flujo de dinero que
éste está en condiciones de suministrar a futuro. La tasa de
interés-ganancia que dicho activo rendirá (previsiblemente) se equipara
con la que proveen los títulos emitidos por el tesoro yanki.
El
bajo nivel de aquellas tasas ha sido el motor del aumento de los precios
de los activos a nivel internacional. Incluidos, por supuesto los de
nuestro país-región.
Un aumento de estas tasas, que se producirá
inevitablemente en algún momento futuro, producirá una inversión
drástica en el flujo de capitales centro-periferia. En Uruguay país que,
fruto de una política económica extremadamente favorable al capital
nacional y extranjero, experimentó un extraordinario aflujo de capital
durante la última década, ya comienzan a verse síntomas de inversión de
dicho movimiento. El cambio en la tendencia de cotización del dólar, que
se apreció un 20% entre los primeros meses de 2013 y mediados del
presente año, parece indicar que el reflujo de capital ha comenzado.
Apuntamos algunos factores que a nuestro juicio están influyendo: a)
después de “entrar” el capital comienza a generar ganancias que tienden a
ser remitidas a las casas matrices de las empresas. b) comienzan a
agotarse las oportunidades de inversión en el país. El grueso de las
mismas durante los últimos años han estado dirigidas a sectores
vinculados a la producción de materias primas exportables; pasta de
celulosa, soja en bruto, arroz, carne y lácteos con bajo nivel de
procesamiento y al sector inmobiliario. En este último caso dirigidas a
la construcción de viviendas de lujo en la zona costera dentro y fuera
de Montevideo.
Durante el último año creció la inversión pública
en el sector energético y de comunicaciones, básicamente. En el mismo
sentido la deuda pública constituyó un lugar para colocar dineros
sobrantes en el “centro”. Y todos estos factores se están revirtiendo.
En el caso de la inversión pública un déficit fiscal del orden de 3,4%
del pbi sugiere que, pasadas las elecciones de octubre-noviembre,
cualquier gobierno que venga llevará adelante alguna forma de ajuste
fiscal reduciendo, en consecuencia, aquella.
Prácticamente
liquidado el proyecto “Aratirí” fruto de la caída del precio del mineral
de hierro, el presidente sale despavorido a buscar en Finlandia la
tercera planta de celulosa. Se necesita desesperadamente otro proyecto
de gran envergadura que genere empleo e ingreso de capital. El plan de
“vivienda de interés social” (viviendas que, por su precio elevado
difícilmente puedan calificarse de esa forma) ha tenido un éxito
relativo. Se encuentran en construcción unas 5.000 a la fecha. Su futuro
depende de variables vinculadas al resto de la economía, básicamente
dos: 1) el nivel de las tasas de interés. 2) la evolución de los
salarios reales. Todo parece indicar que no estará en condiciones de
sustituir las fuentes de inversión que se están “secando”.
Con
este panorama económico poco proclive al optimismo el fondo de los
planteos que surgen de los discursos de campaña electoral, que tienden a
medidas favorables a “la clase media”, entendida como capital, se
explica por sí mismo.
Todo parece indicar que nos aproximamos a un
fin de ciclo. El capitalismo “bueno” al que algunos llaman
social-liberalismo y otros neo desarrollismo dejará, según las líneas
que marca la “borra de café” lugar al capitalismo “realmente existente”.
No parece muy probable que las políticas sociales desplegadas a partir
de la crisis que marcó el principio de este siglo puedan mantenerse en
su totalidad. Y a esto se suman las restricciones que, según todo parece
indicar, impondrá la economía pura y dura.
Falak termina su trabajo con una frase perfectamente compartible: “Algo fuerte y muy profundo puede cambiar para nuestro país. Es hora de prestar atención.”
Vale para Argentina, pero tanto o más para nosotros.
Nota:
[1] Se refiere al programa del partido socialista brasileño.
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