Ahora inicio un nuevo capítulo del manual de Expresión Gráfica de que me vengo ocupando. Lo que ahora añado inicia realmente lo que se llama "dibujar", luego de haber teorizado sobre el modelo descriptivo de los espacios (línea, superficie y espacio de tres dimensiones) basado en el movimiento, dependiente por lo tanto de un parámetro básico que es el tiempo.
Podéis abrir el capítulo completo en formato PDF con este enlace.
Se trata de detenerse un poco en lo que con buen criterio suele llamarse "análisis de formas". Partiremos de lo más simple: la línea.
Este es el esquema del capítulo:
Siguiendo mi costumbre, comienzo por presentar los conceptos, comenzando por uno tan impreciso como "croquizado", que para mí significa "dibujo inmediato", necesario para fijar sin dilación el contenido de la mente:
Y desde luego es más inmediato trazar sobre un soporte plano que intentar construir un modelo en el espacio, por más que la intención nos conduzca hacia esto:
Por complejo que sea lo que queremos representar, hay que partir de unas formas simples como elementos para componer lo complejo:
Esta tabla pretende situar el proceso de trazado, desde la concepción hasta el resultado, del sujeto agente al producto gráfico, considerando, por una parte, el vehículo que se aplica al soporte; por otra, el instrumental y las dimensiones de los espacios implicados en el proceso:
Quiero destacar la importancia del trazado a mano. Es precisamente la inmediatez del tránsito de la idea al soporte la que lo hace imprescindible, porque el empleo de instrumentos mecánicos para el dibujo, en la fase de la concepción, traba la agilidad del pensamiento con la torpeza mecánica. La directa relación del cerebro con la mano la hace imprescindible.
El movimiento básico, la línea, es unidimensional, como el tiempo del trazado:
Es importante relacionar el movimiento en que consiste el trazado con los grados de libertad que facilitan las articulaciones implicadas (dedos, muñeca, codo, hombro) en función del tamaño de la línea y de la precisión requerida. La destreza del dibujante depende, amén de una práctica adecuada, de la conciencia y optimización de los movimientos, mínimos o amplios, que permiten las palancas óseas implicadas:
Así como los bueyes deben ir delante del carro, siempre es mejor que la mano adelante al lápiz:
Si importante es la conciencia de los movimientos necesarios para dibujar, es también esencial la capacidad para analizar, antes y después de cada trazado, si se ha logrado una correcta geometría. La rectitud o la curvatura, la comparación de medidas, la correcta división en partes iguales, la proporción, la perpendicularidad, la simetría...
Es muy conveniente interiorizar autocríticamente estos conceptos, y como veremos, además de la dirección de las rectas, son importantes la medida (dos puntos), la proporción (requiere tres) y una "proporción entre proporciones" a la que llamamos "razón doble", que se materializa con cuatro puntos y que debe ser un invariante en todos los dibujos que pretendan ser representaciones realistas.
Si la razón simple debe ser un invariante cuando en el trazado se implican rectas paralelas, la razón doble, que más adelante definiremos, lo es en toda proyección de una recta sobre otra desde un punto. Baste decir que queda definida por cuatro puntos y las proporciones que establecen entre ellos.
Pasemos a las curvas, y observemos algunas cualidades geométricas, y en particular las simetrías, que condicionan a la curva por excelencia: el arco de circunferencia.
Esta simetría básica del arco se mantiene en todas sus subdivisiones:
Cualquier curva puede ser aproximada convenientemente utilizando arcos de circunferencia, como ya vimos al hablar del movimiento y una particular cualidad muy a tener en cuenta: la curvatura.
Cuando efectué el trazado de la elipse anterior con un programa informático muy preciso y superpuse su aproximación con arcos de circunferencia fui incapaz de distinguir ambas figuras, aún aplicando el zoom. Esto fue para mí una prueba de la validez de las aproximaciones circulares.
Obsérvese la sutil relación entre los centros de los arcos sucesivos, que van describiendo una línea llamada evoluta. Cuando los arcos tienden a ser infinitos e infinitamente pequeños, la evoluta aparece como una línea continua, garantía de la continuidad de la línea original. Por eso, para un ojo avezado, un óvalo de pocos centros nunca parece una elipse.
No es un bello producto, no es un fruto perfecto... pero alguna vez esto tenía que empezar. Todo corre prisa, el tiempo se encoge como la piel de zapa. Por eso lo importante se hace urgente y lo urgente cobra importancia. Ahí va eso. Irá cambiando, se desarrollará, pero no se puede esperar más. Época rara ésta. ¿Lo habrán sido todas? Posiblemente, pero no en tan alto grado. Ahora todo es apariencia. Intentemos descubrir juntos qué hay detrás del decorado.
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