martes, 12 de mayo de 2020

Despedida

Javier Meléndez, visto por la persona que lo acompañó al final de su vida.



















Se describía a sí mismo como un gallego por derecho con carácter castellano

Marta Leira

u r z a «todoconminúsculas» su nombre artístico, Francisco Javier Meléndez Ortega para sus camaradas; Javier, Javito, para su familia y amigos, Paquito para su abuela materna y más. Tantos nombres para tanto hombre. «Grande» lo describía un amigo que mide dos metros. Si fuera un animal, un lobo; si fuera un objeto, el viento; si una melodía, las Variaciones de Goldberg.

Se describía a sí mismo como un gallego por derecho con carácter castellano nacido en «MadriZmemata» que había pasado su adolescencia en Barcelona e iniciado su carrera profesional en Colombia, un colonizador de espacios, un enfermo de las emociones, comunista militante del PC, republicano y, por encima de todo, artista plástico.

Con obra pública por la memoria histórica y cientos de exposiciones colectivas e individuales a lo largo de toda la geografía nacional, ceramista, docente, escultor y poeta. Soñador profesional, luchador por antonomasia, narrador incansable.

Orgulloso de haber nacido gato, ser descendiente de cuarterona liberta, provenir de una estirpe militar que decidió romper por causa del régimen franquista («antesmuerto»), aparecer en la Enciclopedia de Artistas Gallegos, haber sido discípulo del maestro Ibarrola, amigo de Isaac Díaz Pardo e incontables personalidades, haber trabajado con personas en situación de dependencia y colectivos en riesgo de exclusión social.

Ser humano fascinante y escrupuloso, entre sus amistades se hallan todo tipo de personajes dispares en edad y situación vital.

No hay comentarios:

Publicar un comentario