sábado, 23 de mayo de 2020

"Me debo a mi público"

En el mundo del espectáculo es una frase que se repite. De su público depende su vida. También los profesionales liberales y los comerciantes se deben a quien compra sus servicios o sus productos: "primero mis clientes que mis parientes". En otra versión se dice "mis dientes". Viene a ser lo mismo.

La política basada en la elección periódica de representantes, a los que la dedicación que merecen sus representados obliga a profesionalizarse (recordemos que sin remunerar a los representantes solo los rentistas podían representar, y es obvio a quién representaban), hace que también ellos se deban a sus electores. Hasta aquí, nada que objetar. Es lícito representar los intereses de un grupo social. Incluso vivir de ello, si eres un profesional de la política.

La política profesional, si el plato es apetitoso y no predomina la batalla de ideas (inevitable y conveniente, porque las discrepancias ideológicas dentro de un partido son parte de su vida interna) conduce al juego innoble de los navajazos y las puñaladas traperas. Puede combatirse con la limitación salarial y temporal de los cargos (aunque esto último no siempre es beneficioso, si la valía del representante lo hace difícil de sustituir). La hibridación de lo público con lo privado, las puertas giratorias y otras prácticas corruptas pueden hacer que el político "se deba a su público", que no tiene por qué coincidir con el que supuestamente representa.

Si eso ocurre individualmente, también ocurre a la escala de las organizaciones. Los partidos que se encuentran cómodos en medio de esto tienen dos públicos. Uno de ellos es el que los elige. Otro, el que los alimenta. A los segundos hay que "con-formarlos", en el doble sentido de "tenerlos contentos" y "darles forma". Batalla ideológica necesariamente basada en la ocultación y deformación, para poder "tener contentos" a los primeros si los intereses de ambos públicos no coinciden.

La democracia superpuesta al capitalismo tiene esas cosas. A más capitalismo, menos democracia real.

Una vez creado el rebaño de fieles con la ideología de cada partido, hay que darles alimento espiritual. Es importante que se sientan grupo. Aunque los intereses del colectivo pueden ser de distinta índole (nacionales, étnicos, religiosos o de clase) en el imaginario de los votantes deben prevalecer los que alimentan al partido que dice representarlos.

El tremendo espectáculo que están representando en las sucesivas prórrogas del estado de alarma muestra a cada partido, como a cada comunidad autónoma, cultivando a toda costa, unos, sus intereses de clase, otros, sus señas de identidad. Lo que menos les importa son las consecuencias de suprimir las limitaciones a la movilidad. Lo importante es tumbar al gobierno en beneficio propio.

Partidos que unas veces apoyan, otras se abstienen, otras votan en contra, en función de un juego que trata de demostrar que cada uno de ellos es imprescindible y responsable (cuando apoya) y defensor de su público (cuando no). Juego irresponsable que más que al sesudo ajedrez se parece al farolero póker. Entre tahúres del Misisipi. Muy profesionales, como decía Manquiña en Airbag.

En mayor o menor medida, todos los gobiernos han establecido compartimentos estancos en sus jurisdicciones. Una de las más sangrantes es la que contiene a las migraciones. A los "contentos" no les ha parecido mal, por aquello del "efecto llamada". La pandemia ha multiplicado la limitación de los movimientos, que ahora no abarca solo a los Parias de la Tierra. Aunque a ellos mucho más.

En los buques, la existencia de compartimentos estancos previene que en caso de vía de agua esta invada por completo y hunda la embarcación.

Sin el estado de alarma no hay modo de mantener la vía de virus cerrada.



Hay que ver la polvareda mediática montada, y que no cesa, por el apoyo de Bildu al gobierno, con la promesa de derogar la reforma laboral.

Las matizaciones y desmentidos sobre su alcance, la zapa que desde la prensa cautiva de su(s) público(s) se ceba en ello, el chantaje que estúpidamente hacen partidos "patrióticos" de todas las orillas, con ese infantil discurso de "con esos no m'ajunto" deja en evidencia que lo único que se juegan es posicionarse ante unas elecciones.

Los sectores derechistas del PSOE, el PP, Ciudadanos, etc. han aprovechado esas vacilaciones para hacer cada uno su propia labor de zapa. Ahora parece que el gobierno deja claras algunas cosas:
  • La derogación de la reforma laboral es irrenunciable, forma parte de los acuerdos de gobierno, y se pondrá en marcha sin presiones de Bildu.
  • Sería absurdo plantearla para ahora mismo, con el parlamento menguado en su capacidad de debate y el gobierno apabullado por el día a día.
  • Algunas de las medidas para suavizar los aspectos más sangrantes ya se han tomado, y otras se tomarán, en medio además de una crisis económica que habrá que lidiar con cuidado.
En mi página de Facebook dejé estos comentarios a la noticia que prematuramente afirmaba que una ministra aclaraba y un ministro decía que "prevalece la aclaración sobre lo firmado" (pero eso no se debió decir, porque pacta sunt servanda):
Creo que todo ha sido un error de coordinación. Lo firmado con Bildu no añadía nada nuevo a lo acordado previamente sobre la reforma laboral en el acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos. Bildu se quiso anotar lo que ya figuraba. Pero no hubo transacción. Tampoco se había de tratar AHORA la reforma total, aunque desde luego hay aspectos que sí son de ahora mismo. Así que tuvo razón Calviño diciendo que ahora no toca una nueva ley que derogue las reformas del PP. Eso es obvio, cuando el Congreso no se puede reunir al completo y lo único que hay que hacer, y ya es mucho, son medidas inmediatas sobre la "desescalada". Bildu se apunta el tanto y la carcada se escandaliza. Puro RUIDO, que es lo que saben hacer. 
María Jesús Montero lo ha aclarado. Es indecente, por parte de TODOS (menos del gobierno, claro, que es el que tiene que sostener el techo para que no se caiga) el perpetuo chantaje para contentar a la clientela propia. 
Lo de un "plan B" del PP y otros reconocidos reaccionarios es sencillamente absurdo: limitar la movilidad, que es imprescindible, choca con los derechos constitucionales, salvo en los estados de alarma, excepción y sitio. ¿Quién sabe si ellos habrían aplicado este último?

1 comentario:

  1. Estupendo artículo,amigo Guirado,lo asumo totalmente por mi parte. Solamente, una pequeñita observación, la cual es con respecto a la actuacción de Calviño. Dijo una cosa pero yo creo que enseñó los dientes con respecto a la reforma laboral.Porque ella representa los intereses de la banca y demás instituciones similares.Todo los ministros de economia tienen que pasar el visto bueno de los poderes financieros para poder sentarse en los Consejos de ministros.
    Es la única discrepancia-en buena y sana lid-que pueda tener yo con respecto al estupendamente argumentado artículo.
    Apertas agrimosas,amigo Guirado.

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