A mi entender, la aportación crucial de Einstein, no ya a la física o la matemática, sino a la filosofía, es la disolución del concepto de simultaneidad. El tiempo es un fluido, el espacio no es concebible sin el movimiento, que habita ese fluido. La idea de simultaneidad se apoya en la imaginaria ubicuidad, que nos sitúa a la vez en dos lugares distintos. Por rapidísimo que sea el movimiento entre ellos la simultaneidad no existe.
Ni siquiera existe la simultaneidad entre las conexiones nerviosas de nuestro cuerpo. Pero ese tiempo necesario nos es forzosamente inobservable. La velocidad misma de nuestra conciencia, de nuestra percepción y propiocepción es un límite insuperable. El manejo de números enormes o pequeñísimos nos da idea de fenómenos que ocurren en microsegundos o en miles de millones de años, pero esa idea no puede traducirse a una experiencia vivida.
El segundo escalón, que es el primero en que nos damos cuenta del retraso del tiempo según el lugar es la velocidad observable del sonido. Entonces trasladamos la idea de "simultánea" a la luz. La comparación entre ambas velocidades nos ha permitido averiguar la del primero. La sencillísima experiencia del tiempo que media entre el relámpago y el trueno nos hace ver que el sonido viaja "lentamente", cosa que no ocurre cuando mantenemos una conversación presencial con otra persona. Entonces sí son "simultáneas" para nosotros la emisión y la recepción.
Llevó tiempo darse cuenta de que el tercer escalón, la instantaneidad experimentada por la visión, tampoco era cierta. Ahora ya sabemos que la luz viaja y que hay distancias en que la simultaneidad percibida abarca miles de millones de años.
Pero no es fácil tomar conciencia de este hecho. Si lo que ocurre en el Sol tarda más de ocho minutos en percibirse, no hay manera de saber lo que está ocurriendo "ahora". La misma idea de "ahora" es una ilusión.
Cuando los que pisaron la Luna nos contaron su experiencia, lo supimos un segundo largo después. En la película 2001 las conversaciones necesitaban una interminable pausa para reanudarse. Nuestra comunicación inalámbrica dentro del planeta tiene un desfase de simultaneidad despreciable. Por eso no nos planteamos siquiera que esa simultaneidad no existe.
No es un bello producto, no es un fruto perfecto... pero alguna vez esto tenía que empezar. Todo corre prisa, el tiempo se encoge como la piel de zapa. Por eso lo importante se hace urgente y lo urgente cobra importancia. Ahí va eso. Irá cambiando, se desarrollará, pero no se puede esperar más. Época rara ésta. ¿Lo habrán sido todas? Posiblemente, pero no en tan alto grado. Ahora todo es apariencia. Intentemos descubrir juntos qué hay detrás del decorado.
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