Durante la guerra de Irak se empezó a oír la palabra "contratista" para referirse a unos individuos que hacían la guerra por cuenta de la potencia invasora, que así eludía cualquier responsabilidad sobre la posible conducta "impropia" de estos sujetos.
Me chocó el término, porque para mí, hasta entonces, el contratista era el empresario contratado por un propietario para construir un edificio. Caí en la cuente de que el contratado era también contratante: de obreros, que eran los que realmente lo construían.
Contratista, contratado, contratante...
Este doble papel de contratado y contratante se da igualmente en las llamadas "empresas de seguridad", desde la que emplea vigilantes en los supermercados hasta la gigantesca Blackwater.
¿Contratistas o mercenarios? La primera palabra encubre mejor toda una serie de servicios que incluso pueden ser de protección civil o tareas humanitarias. Su ambigüedad deja en la sombra la principal función. Por eso hasta la aparición del grupo Wagner en la guerra de Ucrania apenas se había vuelto a utilizar abiertamente el término mercenarios.
En tiempos pasados estos soldados de fortuna fueron alabados y enaltecidos, a pesar de que una de sus motivaciones fuera el saqueo. El servicio y la lealtad al príncipe contratante y la valentía como virtud máxima eran suficientes para admirarlos.
Los conquistadores de América ¿eran mercenarios? ¿Se embarcaban por amor a su rey y a su fe, que eran entonces el único cemento que unificaba el imperio, o pensaban prosperar con los despojos de la conquista?
Miguel de Cervantes, ¿fue un mercenario? La capa del patriotismo cubre muy bien a los militares profesionales, pero a fin de cuentas se trata de una profesión, no siempre elegida (y menos por los más pobres) por una fuerte vocación guerrera. Él mismo, en un encuentro de Don Quijote con un mozo que iba a alistarse, le hace cantar lo que podemos considerar una autojustificación:
mi necesidad;
si tuviera dineros
no fuera en verdad.
Comprendemos a Cervantes. Incluso entre clases acomodadas, la institución del mayorazgo no dejaba muchas opciones a los segundones:
Iglesia, Mar o Casa Real.
Lo que en otro tiempo era visto como normal fue luego puesto en cuestión. Los ejércitos permanentes, el servicio militar obligatorio y el patriotismo crearon una visión desfavorable de quienes a fin de cuentas se alistan para matar por dinero.
Maquiavelo consideraba a las tropas mercenarias costosas, inútiles y peligrosas; porque, movidas por la recompensa, su único interés es cobrarla, y abandonan o traicionan fácilmente a quien las contrata. Lo pudieron comprobar tantos emperadores romanos, encumbrados y asesinados luego uno tras otro por la guardia pretoriana.
En la estructura militar actual, sin embargo, este riesgo parece minimizado, aunque casos como el de Wagner deben tenerse en cuenta.
Hoy, los mercenarios se alistan en esas compañías privadas de seguridad, y los Estados se desentienden de muchas de sus responsabilidades hacia las poblaciones y sus soldados propios.
Encuentro en Arrezafe un artículo que el escritor Luis Britto García ha publicado en su propio blog, en el que explica las ventajas que los Estados imperialistas encuentran en estas empresas. Así que aquellos peligros que Maquiavelo veía en las tropas mercenarias son hoy compensados porque ocultan los riesgos para los soldados propios, que en las guerras ofensivas las hacen altamente impopulares. Analiza el caso de las empresas contratadas por el Pentágono:
"Costo: los mercenarios pueden costar más inicialmente, pero permiten ahorrar en entrenamiento y pensiones posteriores.
Vidas: El ejército estadounidense gasta enormes cantidades en formar un soldado, y las pierde si éste muere o es lisiado, en cuyo caso se vuelve una carga; si el mercenario muere, no registra tal pérdida.
Desinformación: Generalmente, EEUU usa mercenarios para evitar declarar bajas en combate. Cuando mueren, sus bajas no son reportadas.
Irresponsabilidad: EEUU utiliza contratados que no están bajo una cadena de mando formal para cumplir misiones que requieren una denegabilidad plausible.
Riesgo: los contratados pueden ser colocados en situaciones de excesivo riesgo directo, o de ejecutar actos que no sean del agrado de los políticos, pues los medios estadounidenses han convencido a una generación de idiotas de que su país debe pelear guerras en las cuales nadie es muerto y ni siquiera herido.
Extraterritorialidad: Los paramilitares son como mercenarios corporativos. Son contratados por los poderes fácticos. La CIA tiene unidades paramilitares fuera de la ley pero pagadas por el gobierno de Estados Unidos. Definitivamente fuera de su Ley tradicional. Definitivamente trabajando fuera de los límites estadounidenses. Outsourcing es la moda con las grandes compañías, y nuestros gobiernos son administrados como grandes compañías de accionistas. Así, tanto Trump como Putin outsource (subcontratan) soldados, y alquilan mercenarios (…). Las principales compañías contratistas están en Estados Unidos y Gran Bretaña; es un negocio de 250 billones de dólares al año".
Esta extraterritorialización contractual de los productores de destrucción y muerte corre paralela con la extraterritorialización contractual de los productores de vida y bienes económicos contratados en Zonas Económicas "Especiales" donde no rigen leyes ni tribunales locales, y Estados y corporaciones eluden las responsabilidades hacia sus ciudadanos.
Sigue el artículo completo:
Según Clausewitz, la guerra es la continuación de la política. Pero ésta es prolongación de la economía, por lo cual la privatización de la economía lleva consigo la de la guerra.
El objetivo de toda contienda, advertía Voltaire, es ante todo el robo. Durante siglos se disfrazaron los conflictos armados con los más extravagantes pretextos religiosos, políticos o ideológicos. Hoy en día, salvo en las luchas defensivas o las de liberación, que son lo mismo, detrás de cada campaña opera el latrocinio corporativo.
A tal guerra, tales medios. Si se las emprende para pillar recursos, para explicarlas se puede robar ideas. Decía el irrecusable Maquiavelo que hay tres categorías de tropas: las nacionales, las aliadas y las mercenarias. Serían estas últimas las más costosas, inútiles y peligrosas, porque sólo se mueven por la recompensa; su único interés es cobrarla, y abandonan o traicionan a quien las contrata.
La Historia confirma todas y cada una de estas afirmaciones de manera contundente: desde la caída del Imperio Romano a manos de los mercenarios que lo abandonaron, hasta la ramplona huida de los estadounidenses de Afganistán, la circense invasión a Venezuela contratada con Silvercorp y la bufa incursión contra Rusia cómicamente desorganizada por Yevgeni Prigozhin.
Estados Unidos eliminó la recluta obligatoria desde su colosal fiasco en Vietnam, pues sus jóvenes se resistían a invadir países desconocidos para ser muertos por patriotas anónimos. Tsam Gurkham, experto en la materia, nos informa que hoy en día 50% de las personas en el esfuerzo bélico estadounidense son "contratados civiles" (https://www.quora.com/Why-does-the-US-Army-use-mercenaries-though-their-soldiers-are-very-much-capable-of-fighting-wars). Ello quiere decir que más de la mitad de los 1.258.472 efectivos estadounidenses que operan o apoyan sus 750 bases en 70 países son mercenarios contratados a sueldo. O más, pues mercenario no aparece en estadísticas.
Tras amplia encuesta nos explica Gurkham por qué Estados Unidos prefiere usar mercenarios en lugar de soldados regulares:
"Costo: los mercenarios pueden costar más inicialmente, pero permiten ahorrar en entrenamiento y pensiones posteriores.
Vidas: El ejército estadounidense gasta enormes cantidades en formar un soldado, y las pierde si éste muere o es lisiado, en cuyo caso se vuelve una carga; si el mercenario muere, no registra tal pérdida.
Desinformación: Generalmente, EEUU usa mercenarios para evitar declarar bajas en combate. Cuando mueren, sus bajas no son reportadas.
Irresponsabilidad: EEUU utiliza contratados que no están bajo una cadena de mando formal para cumplir misiones que requieren una denegabilidad plausible.
Riesgo: los contratados pueden ser colocados en situaciones de excesivo riesgo directo, o de ejecutar actos que no sean del agrado de los políticos, pues los medios estadounidenses han convencido a una generación de idiotas de que su país debe pelear guerras en las cuales nadie es muerto y ni siquiera herido.
Extraterritorialidad: Los paramilitares son como mercenarios corporativos. Son contratados por los poderes fácticos. La CIA tiene unidades paramilitares fuera de la ley pero pagadas por el gobierno de Estados Unidos. Definitivamente fuera de su Ley tradicional. Definitivamente trabajando fuera de los límites estadounidenses. Outsourcing es la moda con las grandes compañías, y nuestros gobiernos son administrados como grandes compañías de accionistas. Así, tanto Trump como Putin outsurce sus soldados, y alquilan mercenarios (…). Las principales compañías contratistas están en Estados Unidos y Gran Bretaña; es un negocio de 250 billones de dólares al año".
Esta colosal suma de recursos y seres humanos fuera del imperio de la ley y de la responsabilidad corporativa y gubernamental inspira varias reflexiones.
Hay dos categorías de personas: las que producen vidas y bienes económicos, y las que destruyen bienes económicos y vidas. El segundo tipo de actividades sólo reviste legitimidad cuando el Estado, en representación y defensa de la colectividad, inviste explícitamente de manera soberana a algunos de sus miembros de la competencia legal para ejercer la violencia en la defensa común contra infractores internos o agresores externos.
En el empleo de mercenarios resalta una turbia elusión de responsabilidad. El Estado encomienda de manera indirecta, mediante contrato e intermediarios, y fuera de la ley, a particulares y corporaciones para que destruyan vidas y bienes, mientras evade la responsabilidad por ellos y sus actos colocándolos en situación "Especial" de outsourcing o extraterritorialidad, como no personas situadas fuera de la obligatoriedad y protección de las leyes.
Esta extraterritorialización contractual de los productores de destrucción y muerte corre paralela con la extraterritorialización contractual de los productores de vida y bienes económicos contratados en Zonas Económicas "Especiales" donde no rigen leyes ni tribunales locales, y Estados y corporaciones eluden las responsabilidades hacia sus ciudadanos.
Es obvio que el trabajador así "extraterritorializado", al igual que el mercenario, sale más barato que el protegido por las leyes, es sustituido sin costos cuando fallece o queda inválido, puede ser sometido a labores riesgosas o inhabilitantes y desechado sin que nadie responda por los daños que sufra.
El gran capital corporativo arriba así al punto culminante de su dominación colonialista, al disponer tanto de fuerzas de trabajo "extraterritoriales" enteramente desechables, sin derechos laborales ni sociales, como de fuerzas represivas igualmente extraterritoriales, baratas y desechables sin límite de legalidad ni responsabilidad judicial o política por sus actuaciones.
La proliferación de ejércitos mercenarios sin más estatuto que contratos privados multiplica el número de actores violentos y posiblemente antagónicos en el campo social y el estratégico, a la vez que brinda a sus promotores la posibilidad de eludir toda responsabilidad por sus actos. Tanto los productores de vida y de bienes como los productores de muerte no son más que carne de cañón sin derechos.
Volvemos a un feudalismo con infinidad de ejércitos manejados por entes distintos del Estado. Se avecina una Edad Media Bélica peleada con las armas del Apocalipsis.
Muy bien traída e ilustrativa la mención al "mercenario" Cervantes.
ResponderEliminarCabría preguntarse si quienes trabajan en industrias de armas para su exportación no son también, o de algún modo, mercenarios.
ResponderEliminarEn cierto modo lo son todos los que se lucran causando la muerte, directa o indirectamente
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