lunes, 16 de junio de 2025

Atando cabos sueltos de viejos tiempos

Hace pocos días me hice eco de un informe demoledor sobre el hiperimperialismo estadounidense que mantiene a gran parte del mundo bajo su ocupación militar, de manera directa o bajo el paraguas de la OTAN.

Estaba buscando un mapa que mostrara su enorme red de bases militares a escala global cuando encontré uno de las instalaciones militares que establecieron en España, una vez que la dictadura pactó su sometimiento al imperio a cambio de ser aceptada en el club. Aceptación vergonzante hasta que mucho después fuera oficializada por Calvo Sotelo. La jugada la completó aquella finta ("de entrada no pero sí") de un tal Felipe González.

El mapa aparecía en un ejercicio propuesto el curso pasado en Navarra, en las pruebas de acceso a la universidad. Se pedía un análisis histórico de las bases militares norteamericanas establecidas en España a partir de 1953. El documento resume las fases del acuerdo que al fin blanqueaba al sepulcral régimen franquista como aliado estratégico de "Occidente".

El oleoducto que aparece en el mapa pasa por Écija. Se estaba construyendo cuando emigramos a Madrid, como hicieron tantas otras familias.

El 26 de septiembre de 1953 se firmaba el "Tratado de Cooperación" por el que Estados Unidos instalaría en España seis bases aéreas (Rota, Morón, San Pablo, Torrejón de Ardoz, Sanjurjo y Valenzuela) y dos arsenales y depósitos de combustibles en los puertos de El Ferrol y Cartagena.

Como parte del acuerdo llegó la "ayuda americana", más barata que la del Plan Marshall, porque Franco no era Adenauer. Recuerdo la leche en polvo y el queso Cheddar que se nos empezó a dar en la escuela, y pude comprobar que una parte de esa ayuda se quedaba por el camino en el proceso de distribución. La corrupción que ahora nos escandaliza (¡y menos mal!) viene de lejos: el Nescafé se compraba de contrabando... en el estanco.

Para abastecer de combustible a las bases americanas se construyó el oleoducto Rota-Zaragoza entre octubre de 1955 y diciembre de 1956. Recuerdo las obras y a los americanos que hasta entonces solo veíamos en el cine. No pasaron tan de largo como en la película de Berlanga. Yo tenía entonces nueve años.

Junto a los desvencijados camiones rusos procedentes de la guerra, (por cuya marca 3HC (ZIS) se los conocía como los "Tres Hermanos Comunistas"), empezamos a ver flamantes camionetas Chevrolet como centauros mecánicos: la parte humana iba delante en un "haiga" partido por la mitad, la carga bruta en el cajón trasero.

1955 3124 Series Cameo Carrier











Años después, en 1998, el oleoducto reventó. Se derramaron 400.000 litros de combustible, hubo que remover entre 10.000 y 12.000 metros cúbicos de tierra contaminada y se extrajeron más de 100.000 litros de agua del Genil.

Como en Bienvenido Mr. Marshall, el paso de los americanos no cambió la vida del pueblo, pero a partir de entonces la cultura anglosajona dejaría su huella, lejos ya aquellos tiempos de autarquía fascista en que hasta hubo que traducir los nombres extranjeros de bares y hoteles.

Hablando de cambios políticos de nombres viene a cuento una canción que se hizo muy popular y que los niños cantábamos en un inglés inventado: Estambul no es Constantinopla.



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