El Gran Juego fue, durante el siglo XIX, una larga pugna entre dos imperios, el ruso y el británico, por el control del centro de Asia, pieza clave para el dominio mundial.
Se enfrentaban un imperio marítimo y otro continental, con claras diferencias en naturaleza, prácticas e ideologia.
El imperio británico tenía como fundamento estratégico una metrópoli espléndidamente aislada por océanos que controlaba abolutamente, y espléndidamente comunicada por ellos con el resto del mundo y su imperio colonial, que era a un tiempo fuente de materias primas y destino de manufacturas. No era extraño su liberalismo interno y su "defensa de las libertades" (sobre todo la de comercio, como pudieron apreciar entre otros los emperadores manchúes).
El imperio ruso era un compacto bloque continental, unido por una estructura central, símbolo del despotismo y "carcel de pueblos".
Este esquema fue trasladado al siglo XX por el historiador Jacques Pirenne, considerando que el III Reich era el nuevo imperio continental despótico y los anglosajones, en su doble versión transatlántica, cuando ya el imperio británico en declive iba siendo sustituido por los Estados Unidos, eran el mundo libre, baluarte oceánico de la libertad. Pirenne nos recuerda el "Nuevo Orden alemán", pero se trataba en realidad de la pugna entre "dos Nuevos Órdenes", o más bien tres, pues no podemos olvidar al soviético.
Tras la derrota alemana, el feo papel de imperio despótico pasó a la Union Soviética, que nunca pudo quitarse de encima la sospecha de expansionismo, a pesar de que eran las potencias occidentales las que mantenían a su alrededor un cerco implacable. La OTAN, presentada como organismo de defensa común, era más bien, como se vio luego, un mecanismo de acoso y derribo.
En el Gran Juego de ahora mismo, el imperio marítimo es otro. Prácticamente repite el esquema insular, pues los Estados Unidos son casi una isla: ningún riesgo en sus fronteras norte y sur, vastos océanos bajo su control al este y al oeste, periferias ultramarinas dispuestas para el "libre comercio" y la misma defensa de la libertad. Una Rusia venida a menos hace ahora cuerpo con otros territorios continentales bajo la misma amenaza. Ahora el cerco al "Imperio del Centro" está en sus mismas puertas. Y la OTAN, lejos de disolverse junto a lo que se dijo que era su razón de ser, está más crecida que nunca.
No es Obama el que dirige esta estrategia, porque Obama ya no es Obama, sino la encarnación del "Imperio Marítimo". Tras aquel "Yes we can" no queda más que un personaje que es la hipóstasis de los que lo precedieron en el cargo, la encarnación de la sustancia divina del Único Imperio Verdadero en las personas de los sucesivos presidentes.
La Consagración lleva consigo la Transubstanciación. Diríase que Obama es la hostia (dicho sin ironía): antes de ser investido era cuerpo y sangre y ahora es Dios.
¿Misterio de la Encarnación invertido o Sacramento de la Eucaristía?
¡Qué más da! Sartre, en El Ser y la Nada, concluye que la encarnación fue la historia de un Dios que quiso ser Hombre, mientras que el Hombre aspira a ser Dios, y que por eso mismo es una pasión inútil...
Claro que Putin tampoco es Putin...
“Rusia… se reconoce ahora como el centro del ‘motín’ global contra la dictadura global de EE.UU. y la UE. Su actitud generalmente pacífica está en contraste directo con los métodos brutales y desestabilizadores utilizados por EE.UU. y la UE… El mundo está despertando a la realidad que actualmente existe, de repente, una fuerte y determinada resistencia al imperialismo occidental. Después de décadas de oscuridad, la esperanza está emergiendo”. (Andre Vltchek, Ukraine: Lies and Realities, CounterPunch).
Rusia no es responsable de la
crisis de Ucrania. El Departamento de Estado de EE.UU. organizó el
golpe, respaldado por fascistas, que derribó al presidente
democráticamente elegido de Ucrania, Viktor Yanukovych, y lo reemplazó
por el títere estadounidense Arseniy Yatsenyuk, un exbanquero. Llamados
telefónicos hackeados revelan el papel crítico que Washington jugó en la
orquestación del golpe y en la selección de sus dirigentes. Vladimir
Putin, se piense lo que se piense de su persona, no ha hecho nada para
alimentar la violencia y el caos que se han propagado por el país.
El principal interés de Putin en Ucrania es comercial. Un 66% del gas
natural que Rusia exporta a la UE transita por Ucrania. El dinero que
Rusia obtiene de las ventas de gas ayuda a fortalecer la economía rusa y
aumenta los niveles de vida. También ayuda a enriquecer aún más a los
oligarcas rusos, tal como en Occidente. A la gente en Europa le gusta el
trato porque puede calentar sus casas y negocios a precios basados en
el mercado. En otras palabras, es un buen negocio para ambas partes,
comprador y vendedor. Es como se supone que debe funcionar el libre
mercado. La razón por la cual no funciona de esa manera actualmente es
porque EE.UU. lo obstaculizó cuando depuso a Yanukovych. Ahora nadie
sabe cuándo las cosas volverán a la normalidad.
El objetivo
predominante de la política de EE.UU. en Ucrania es detener la mayor
integración económica de Asia y Europa. De ahí proviene realmente todo
el escándalo. EE.UU. quiere controlar el flujo de energía de Este a
Oeste, quiere establecer una caseta de peaje de facto entre los
continentes, quiere asegurar que todos esos negocios se transen en
dólares estadounidenses y sean reciclados en bonos del Tesoro de EE.UU.,
y quiere situarse entre los dos mercados más prósperos del próximo
siglo. Cualquiera que tenga incluso el conocimiento más elemental de la
política exterior de EE.UU. – particularmente en lo que se refiere al
“giro hacia Asia” de Washington – sabe que es así. EE.UU. está
determinado a jugar un papel dominante en Eurasia en los años por venir.
Causar estragos en Ucrania es una parte central de ese plan.
El teniente coronel en retiro de la Fuerza Aérea alemana, Jochen Scholz,
resumió la política de EE.UU. en una carta abierta que apareció en el
sitio en la web de la Neue Rheinische Zeitung la semana pasada.
Scholz dijo que el objetivo de Washington es “negar a Ucrania un rol
como puente entre la Unión Eurasiática y la Unión Europea… Quieren
colocar a Ucrania bajo el control de la OTAN” y sabotear las
perspectivas para una “zona común económica de Lisboa a Vladivostok.”
¡Bingo! Esa es la política de EE.UU. en pocas palabras. No tiene nada
que ver con democracia, soberanía o derechos humanos. Tiene que ver con
dinero y poder. Quiénes van a ser los grandes protagonistas en el mayor
centro de crecimiento del mundo, es todo lo que importa. Por desgracia
para Obama & Cía., EE.UU. se ha quedado atrás respecto a Rusia en la
adquisición de los recursos esenciales y la infraestructura de ductos
para tener éxito en una competencia semejante. Ha sido superado por
Putin y Gazprom en cada ocasión. Mientras Putin ha fortalecido
relaciones diplomáticas y económicas, expandido vitales corredores de
gasoductos y líneas de tránsito, y superado los numerosos obstáculos
colocados en su camino por los cómplices de EE.UU. en la CE, EE.UU. se
ha arrastrado de un cenagal al siguiente destruyendo países enteros sin
lograr ninguno de sus objetivos económicos.
Por lo tanto ahora
EE.UU. ha arrojado por la borda toda su estrategia económica y pasado al
Plan B: cambio de régimen. Washington no pudo derrotar a Putin en una
lucha justa, por lo tanto ahora se ha sacado los guantes. ¿No es eso lo
que realmente está sucediendo? ¿No es el motivo por el cual las ONG
estadounidenses y las agencias de inteligencia, y el Departamento de
Estado fueron desplegados para lanzar su descuidadamente organizado
golpe nazi que ha llevado el país al caos?
Una vez más, Putin
no jugó ningún papel en nada de esto. Todo lo que hizo fue honorar la
voluntad del pueblo en Crimea que votó abrumadoramente (97%) a favor de
reunificarse con la Federación Rusa. Desde un punto de vista puramente
pragmático, ¿qué otra alternativa tenían? Después de todo, ¿quiénes en
su sano juicio querrían alinearse con la confederación peor administrada
económicamente de todos los tiempos? ¿Quiénes no optarían por no
participar en un sistema semejante?
Como hemos señalado, el
principal objetivo de Putin es ganar dinero. En contraste, EE.UU. quiere
dominar la masa continental eurasiática, despedazar Rusia en unidades
más pequeñas, no amenazadoras, y controlar el crecimiento de China. Es
el plan de juego básico. Asimismo, EE.UU. no quiere ningún competidor,
lo que podemos ver en la siguiente declaración de Paul Wolfowitz que se
convirtió en la Estrategia Nacional de Defensa de EE.UU.:
“Nuestro primer objetivo es impedir que vuelva a emerger un nuevo rival, sea en el territorio de la antigua Unión Soviética o en alguna otra parte, que plantee una amenaza del tipo que planteó anteriormente la Unión Soviética. Es una consideración dominante que subyace a la nueva estrategia de defensa regional y requiere que nos esforcemos por impedir que alguna potencia hostil domine una región cuyos recursos podrían ser suficientes, bajo control consolidado, para generar una potencia global”.
Esta es la doctrina
prevaleciente según la cual vive Washington. Ningún rival. Ninguna
competencia. Somos el jefe. Lo que decimos, vale. EE.UU. es Número Uno.
¿Quién no lo sabe todavía? Y Wolfowitz también ha dicho:
“EE.UU. debe mostrar el liderazgo necesario para establecer y proyectar un nuevo orden que sostenga la promesa de convencer a potenciales competidores de que no aspiren a un papel más importante o mantengan una postura más agresiva para proteger sus intereses legítimos. En áreas no relacionadas con la defensa, debemos tener en cuenta suficientemente los intereses de las naciones industriales avanzadas para desalentarlas de cuestionar nuestro liderazgo o tratar de abolir el orden político y económico establecido. Debemos mantener el mecanismo para disuadir a potenciales competidores de llegar a aspirar a un mayor papel regional o global.”
En otras palabras, “ni siquiera penséis
en llegar a ser más poderosos u os aplastaremos como una mosca”. Ese es
el mensaje, ¿verdad? El motivo por el cual llamamos la atención sobre
estas citas no es atacar a Wolfowitz, sino mostrar cómo las cosas no han
cambiado bajo Obama; de hecho, se han empeorado. La así llamada
Doctrina Bush está en más efecto actualmente que nunca antes y por eso
es necesario que nos recuerden sus temas centrales. Las fuerzas armadas
de EE.UU. son el vigilante de facto del capitalismo neoliberal, o lo que
Wolfowitz llama: “el orden político y económico establecido”. Así es.
La declaración suministra una justificación general para las guerras en
Iraq, Afganistán, Libia, Siria y ahora Ucrania. EE.UU. puede hacer todo
lo que considere necesario para proteger los intereses de sus electores,
las corporaciones multinacionales y el gran capital. EE.UU. es dueño
del mundo y cualquier otro es solo un visitante. De modo que callaos, y
haced lo que se os dice. Ese es el mensaje. Y de nuevo cito a Wolfowitz:
“Seguimos reconociendo que colectivamente las fuerzas convencionales de los Estados que antiguamente formaban la Unión Soviética mantienen el mayor potencial militar de toda Eurasia; y no echamos por la borda los riesgos para la estabilidad en Europa de una reacción nacionalista en Rusia o esfuerzos por reincorporar a Rusia las recientemente independizadas repúblicas de Ucrania, Bielorrusia, y posiblemente otras.”
Wolfowitz consideraba que
llegaría el momento en el cual EE.UU. tendría que enfrentar a Moscú a
fin de impulsar su estrategia imperial en Asia. Parece que Putin todavía
no lo entiende. Todavía se aferra a la noción equivocada de que gente
racional encontrará soluciones racionales para terminar la crisis. Pero
se equivoca. Washington no quiere una solución pacífica. Washington
quiere un enfrentamiento. Washington quiere llevar a Moscú a un
conflicto a largo plazo en Ucrania que re-creará Afganistán en los años
noventa. Ese es el objetivo, hacer que Putin caiga en la trampa de un
cenagal militar que lo desacreditará a los ojos del mundo, aislará Rusia
de sus aliados, creará tensión en nuevas alianzas, debilitará la
economía rusa, enfrentará tropas rusas con mercenarios armados
respaldados por EE.UU. y Operaciones Especiales, destruirá las
relaciones rusas con socios de negocios en la UE, y creará una
justificación para la intervención de la OTAN seguida por el despliegue
de armas nucleares en territorio ucranio. Ese es el plan. ¿Por qué no lo
ve Putin?
Putin ha aceptado una reunión esta semana con
ministros de Exteriores de EE.UU., la Unión Europea, y Ucrania. Es otro
error. Originalmente, Putin se negó a reconocer como legítimo al
gobierno del golpe. Ahora ha cambiado de opinión. Ahora aceptó reunirse
con sus representantes. Es una victoria para Washington y una derrota
para Rusia. El equipo de Obama lo interpretará como una señal de
debilidad, lo que es.
Según Al Jazeera: “La reunión
incluirá al secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, a la jefa de
política exterior de la UE, Catherine Ashton, al ministro de Exteriores
ruso Sergei Lavrov, y al ministro de Exteriores de Ucrania, Andriy
Deshchytsia, dijo la UE el martes. Un portavoz de Ashton dijo que las
conversaciones apuntan a “des-escalar” la crisis en Ucrania.”
La reunión no tiene nada que ver con “des-escalar” la crisis. “Es una
cabriola de relaciones públicas. Esas conversaciones tienen toda la
credibilidad de las conversaciones de paz Israel-Palestina, o sea,
ninguna.
No tiene ningún sentido hablar con gente que no quiere
paz. Hace que parezca que son sinceros, y no lo son. Obama y Cía. no
quieren paz. Quieren cambio de régimen. Quieren debilitar y desmembrar
Rusia. Quieren reducir la influencia de Moscú sobre Estados dependientes
de energía en Europa interrumpiendo el flujo de gas a través de
Ucrania. Y quieren crear una justificación para realizar su agenda
imperial, lo que significa que tienen que hacer que Putin parezca ser un
agresor peligroso. La represión del gobierno del golpe contra rusos
étnicos en Donetsk y Jarkiv podría llevar a una intervención rusa que
suministraría la justificación que busca Washington. Por doloroso que
sea para Putin ver que ucranios ruso-hablantes son golpeados y tal vez
asesinados por matones nazis y mercenarios extranjeros disfrazados de
Fuerzas de Seguridad ucranias, debiera evitar enviar sus tropas. Es una
trampa.
Actualmente, la moneda de Ucrania cae en picada, sus
deudas y déficits aumentan, y su economía está quebrada y se acerca al
default. El FMI ha prometido suministrar un paquete de préstamos de
27.000 millones de dólares que serían utilizados para pagar a grandes
bancos y dueños de bonos en Berlín y Salzburgo, pero que no hará nada
para sacar a la economía de la inactividad. Nada del dinero de los
préstamos del FMI será utilizado para pagar los 2.200 millones de
dólares en cuentas no pagadas de gas a Gazprom o para compensar a Rusia
por los más de 34.400 millones de dólares en subsidios que Moscú ha
suministrado a su vecino enfermo en los últimos años. Primero vienen los
dueños de bonos.
Según World Socialist Web Site: “Las
‘duras’ medidas requeridas por el FMI a cambio de un préstamo de 27.000
millones de dólares ya son aclaradas por un aumento de 120% en los
precios del gas y la calefacción, el recorte de prestaciones sociales,
incluyendo la asistencia médica, y el cierre de varios hospitales”.
Naturalmente, las condiciones del FMI incluirán más privatización de
activos y servicios públicos, más recortes de pensiones y salarios, más
“flexibilización” de las protecciones laborales, y más desguace de la
economía. La economía de Ucrania indudablemente caerá en la misma severa
depresión experimentada en todas partes donde esas políticas fracasadas
han sido implementadas. Al mismo tiempo, voraces bancos de inversión y
especuladores con capital privado obtendrán miles de millones de dólares
mediante el saqueo del angustiado y vulnerable país.
Los
medios estadounidenses han convertido en una gran noticia el hecho de
que “Putin ha amenazado con cortar el gas a Ucrania”. Aunque la
afirmación es ciertamente verdad, no hemos visto titulares semejantes
sobre productores de energía en EE.UU. que cortan el combustible a
familias estadounidenses que carecen del dinero para pagar su cuenta de
gas y que han “sido abandonadas congelándose en la oscuridad”. Tampoco
hemos visto una cobertura semejante sobre los 7 millones de
estadounidenses que fueron arrancados de sus casas como parte de una
estafa de lavado de hipotecas que fue fraguada por corruptos banqueros
de Wall Street. En realidad, Putin está buscando una manera de no cortar
el gas y ha pedido la ayuda al respecto a dirigentes de EE.UU. y de la
UE. La semana pasada dijo:
“Rusia está dispuesta a participar en el esfuerzo por estabilizar y restaurar la economía de Ucrania. Sin embargo, no de manera unilateral, sino con condiciones iguales con nuestros socios europeos. También es esencial tomar en cuenta las inversiones, contribuciones y gastos reales que Rusia ha soportado por sí sola durante tanto tiempo en el apoyo a Ucrania. Tal como lo vemos, solo un enfoque semejante sería justo y equilibrado, y solo un enfoque semejante puede conducir al éxito.”
Evidentemente, Putin no quiere seguir cargando por sí solo la cuenta,
motivo por el cual hizo la declaración. El nuevo gobierno golpista ha
incumplido repetidamente los plazos para el pago de sus suministros de
gas. Hay quienes creen que ha deliberadamente dejado de pagar para que
Putin corte el gas exponiéndose así a duras críticas en los medios
occidentales. Es imposible saber si es verdad o no, pero hasta ahora,
Washington ha tenido poco éxito en la venta de la idea de que Putin es
“el nuevo Hitler”. EE.UU. sigue siendo visto como el país que plantea la
mayor amenaza para la paz en el mundo, mientras el presidente ruso es
ampliamente admirado como un dirigente sobrio y comedido. Sin embargo,
eso podría cambiar rápidamente si Putin envía tropas para defender a
manifestantes en Donetsk y Lugansk. Aún así, el ministro de Exteriores
ruso Sergei Lavrov advirtió al secretario de Estado de EE.UU. John Kerry
el domingo que si el gobierno golpista utiliza la fuerza contra los
manifestantes que se han apoderado de edificios gubernamentales, Rusia
no participará en la futura reunión de las cuatro partes sobre la
crisis. Lavrov agregó que “la aguda crisis política en Ucrania en
general y en sus regiones sudorientales en particular fue causada por el
hecho que las actuales autoridades en Kiev no han tomado en cuenta las
legítimas necesidades e intereses de la población rusa y ruso-hablante”.
El domingo, el presidente impostor ucranio Oleksandr Turchynov
anunció un plan para lanzar una “operación antiterrorista en gran
escala” en Donetsk y Lugansk para evitar que “se repita el escenario
crimeo en el este de Ucrania”. La operación incluirá “fuerzas militares,
fuerzas antiterroristas y de mantenimiento del orden de Ucrania”, y ha
sido programada para comenzar a las 9 AM de ayer.
Es obvio que
Turchynov está tratando de hacer que Rusia caiga en la trampa de un
enfrentamiento, y es obvio que el presidente no habría aprobado la
represión sin recibir luz verde de Washington.
Putin no
permitirá que personas ruso-hablantes sean muertas en Ucrania, esa es la
línea roja que el gobierno de la junta no debe cruzar si quiere evitar
un enfrentamiento con Rusia. Por desgracia, Washington quiere que Rusia
invada para poder poner en acción su “guerra por encargo”.
La vieja y fiable estrategia persa post Xerxes, hacer que se peleen entre ellos, como un niño que juega con soldaditos de plástico. Hay cosas que nunca cambian
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