Poco importa si la frase era del gran Benedetti o la tomó de algún otro. Hasta la Edad Moderna no surgió la idea de la autoría como propiedad, y se copiaban unos a otros como leones. Y mucho después, como una defensa ante los editores sin escrúpulos, la propiedad intelectual cristalizó en los derechos de autor. Lo malo fue que, como propiedad, es enajenable en el mercado, y acaba en manos del editor, como ocurre con las patentes y con las naranjas. ¡Ah, el Mercado...!
Pero no era mi propósito entrar en este tema, sino centrarme en el contenido de la frase.
Porque laboriosamente fuimos construyendo repuestas a las cuestiones más importantes, y ahora resulta que las cuestiones candentes son otras. Y las polarizaciones de primer plano se retiran por el foro, para dar paso a otra polarización que baja bruscamente, como un telón que tapa la escena. Asistimos apasionados a un teatro estúpido, embobados con las mediocres pinturas que decoran la tela pintarrajeada, mientras la función transcurre detrás.
El telón centra ahora la atención de la platea, aunque sospecho que en los palcos hay quien ve mucho más, por encima de él.
El choque estúpido de los nacionalismos tapa otras cuestiones de mucho mayor calado, de las que hablamos muy poco. Por cuestiones tácticas, las izquierdas se dividen, y cuesta mucho no alinearse, olvidando el fracaso histórico de los partidos socialdemócratas en la Primera Guerra Mundial, que disciplinadamente se alinearon con las burguesías de sus patrias para defenderlas, enviando a los frentes a los trabajadores para que se mataran unos a otros.
Me será muy difícil ordenar por su importancia cuáles son esas cuestiones que tapa el trapo en cuestión, ese gran trapo en forma de bandera. Lo intentaré:
- La cuestión ecológica y el futuro de la humanidad, en un mundo que se empeña en crecer cuando ya está decreciendo inexorablemente ¡y muy deprisa!, sin ver que es el sistema capitalista el que no puede abandonar ese camino suicida, porque sin crecimiento no hay beneficio, sin beneficio no hay inversión, sin inversión no hay producción, sin producción no hay consumo, sin consumo...
- La cuestión de la desigualdad, que tampoco puede dejar de crecer en este sistema competitivo. Desigualdad que en pleno decrecimiento equivale a exterminio progresivo de los más débiles.
- La cuestión importantísima del papel de la lucha de clases en la producción, siendo el ciclo producción-consumo-reproducción el que precisa de una coordinación regional e internacional para regular lo que no pueden regular los mercados capitalistas.
- La cuestión ligada de la absoluta libertad de movimientos del (gran) Capital, que mientras regula a su conveniencia los flujos migratorios humanos. Algo que el egoísmo de grupo que está en la base de los particularismos nacionalistas no puede o no quiere ver. Es la cooperación ordenada la única que puede salvar a los que están en medio de una catástrofe. Sálvese el que pueda y no se salvará nadie: "¡recuerden el incendio del Novedades!.
El telón que causa el incendio, los actores que escapan, como los ocupantes de los palcos, y los espectadores del patio de butacas que sufren las consecuencias...
Ciertamente, el incendio del Novedades es una acertada metáfora. Sin embargo, existe una diferencia esencial: el incendio del Novedades fue accidental, el que se está produciendo no.
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