Los ataques de la derecha y la prensa sumisa tienen graduado el calibre y el ritmo de su preparación artillera para ablandar las defensas del Gobierno. Un primer nivel es la coalición en bloque, le sigue su ala izquierda; pero los ataques de precisión van contra dos ministros, por su inequívoca pertenencia a la izquierda más organizada.
Sobre Yolanda Díaz, dados los éxitos de un ministerio que tanto trabajo le está dando, lo más que pueden decir es que su reforma laboral no era tal, que se ha plegado a la patronal. En realidad, lanzan un doble mensaje contradictorio: para los suyos, que es un gran peligro, pero lo han conjurado. Para los demás, que es una política fracasada.
En cambio, con Garzón lo tienen más fácil. Su doble mensaje pasa sin pudor alguno de decir que no hace nada a decir que hace mucho daño.
Los ataques comenzaron cuando durante lo peor de la pandemia dijo que había que centrarse en los servicios esenciales y trasformar el modelo productivo. Por ejemplo, dijo que el turismo era un sector de poco valor añadido, un producto que no añade valor material, con empleos precarios y sujeto a caídas desastrosas. Luego se le ocurrió decir que el consumo excesivo de carne es insostenible y dañino para la salud. Ahora, que la ganadería intensiva es un desastre medioambiental y que destruye más empleo del que crea.
Cuando los bulos sobre lo que realmente dice se deshacen como un azucarillo, queda hablar de que lo que dice "no es oportuno". Ahí es cuando la preparación artillera ha ablandado las poco sólidas defensas del ala derecha del gobierno, un partido que además tiene dentro otra ala aún más a la derecha. Léase al respecto este corto artículo: macromentiras en el corral ibérico.
Los irrefutables argumentos que ha empleado el ministro de consumo se centran sobre todo en la salud, la contaminación y el cambio climático. Pero hay otro argumento más convincente aún, del que se habla muy poco, porque no es popular.
Y no es popular por dos razones. En primer lugar porque a nadie le gusta que le agüen la fiesta; pero hay además otra razón muy poderosa: porque, como no crea "oportunidades de negocio", ya se ocupan de que no se hable de ello. Y aún más: en tiempos de elecciones siempre inminentes, los partidos que aspiran a tocar poder huyen de un tema que desmotiva a la mayoría de los electores.
Los negacionistas del cambio climático tienen cada vez menos razones ante lo que está a la vista de todos. Ante la evidencia, lo que hace el capital es moverse, invertir en transformaciones necesarias, siempre a su manera. Los cambios en la producción industrial, agrícola o ganadera mueven capital, y haciendo y deshaciendo se sigue llenando la bolsa.
En cambio, cuando se plantean los límites del crecimiento motivados por el agotamiento de materiales estratégicos y de las fuentes de energía no renovables (y ninguna energía es renovable más allá de su capacidad de renovación) el beneficio se reduce necesariamente. Decrecer es incompatible con el lucro ilimitado. Quedan en el aire soluciones ecofascistas.
De todo esto habló ayer Antonio Turiel. La agricultura y la ganadería intensivas no tienen futuro, porque dependen de unos activos energéticos y territoriales que se agotan.
Y por las mismas razones se agota el turismo masivo.
El físico Antonio Turiel protagoniza este domingo una charla online sobre el futuro de la energía
El experto abordará en su intervención problemas relacionados con los suministros energéticos, la crisis de los chips o la transición energética.
El doctor en Física Teórica, experto en recursos energéticos y matemático leonés Antonio Turiel protagoniza este domingo, a las 19.00 horas, la charla en línea que organiza el colectivo Decrecimiento León-Bierzo bajo el título 'El futuro de la energía. Los años decisivos' y a la que se puede acceder a través de Youtube en el enlace https://www.youtube.com/watch?v=x5Li3gUqveU.
El ponente, conocido divulgador sobre el agotamiento de los combustibles fósiles, mediante el blog 'The Oil Crash'. hablará sobre la actual situación energética, los graves problemas de suministro de gas este invierno en Europa, los costes de la electricidad y el anuncio de posibles apagones en países europeos, los problemas de la cadena de suministros, la crisis de los chips, plásticos y minerales raros, así como de la caída de la producción de diésel y la crisis de producción de fertilizantes nitrogenados y su relación con la producción de alimentos.
Los organizadores apuntan que "como no podía ser de otra forma" se abordará también el problema del déficit de materiales y combustibles "para la transición a una idílica economía verde, lo que choca con la realidad que nos aboca indiscutiblemente a un escenario de decrecimiento forzado ante el que deberíamos plantearnos ya la construcción de estructuras descentralizadas para gestionar localmente las necesidades básicas de la población".
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