Esta hermosa visión crepuscular corresponde a la playa de Lavapanos, en Sanxenxo (Pontevedra, Galicia, España, Europa, a gusto del consumidor). Me la envía un buen amigo al que citaré cuando me dé permiso para ello. Aunque yo he tomado otras semejantes desde este mismo lugar, esta me servirá para volver sobre un tema penoso por partida doble: la contaminación lumínica del cielo nocturno.
Por partida doble, porque implica tanto el derroche de una energía que se nos va como agua entre los dedos como la privación de un espectáculo que los más jóvenes probablemente no han visto nunca.
Mientras Venus exhibe su púdica desnudez con discrección (apenas se percibe a la izquierda de los árboles), las obscenas farolas se muestran avasalladoras, con el fondo iluminado del puerto deportivo.
Me sumo a una reivindicación que va cobrando cuerpo: ¡devolvednos el cielo que nos habéis robado!
No es un bello producto, no es un fruto perfecto... pero alguna vez esto tenía que empezar. Todo corre prisa, el tiempo se encoge como la piel de zapa. Por eso lo importante se hace urgente y lo urgente cobra importancia. Ahí va eso. Irá cambiando, se desarrollará, pero no se puede esperar más. Época rara ésta. ¿Lo habrán sido todas? Posiblemente, pero no en tan alto grado. Ahora todo es apariencia. Intentemos descubrir juntos qué hay detrás del decorado.
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