Cuando más falta hace economizar energía y materiales, la guerra, con su racionalidad propia, los derrocha en abundancia. No solo en la batalla, sino en la lógica de las represalias. Para hundir económicamente al enemigo se hunde de paso la economía propia.
El número 156 de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global aborda en profundidad la crisis múltiple en curso, ahora agravada por otra guerra más, que se añade a todas las que, no lo podemos ignorar, ya estaban en pleno desarrollo:
El sueño de los combustibles fósiles se agota. Los hidrocarburos han permitido en los últimos dos siglos una mejora de las condiciones de vida y confort sin precedentes. Pero esta excepcionalidad llega a su fin, tanto por el lado de la extracción –así lo muestra el pico del petróleo y de otras sustancias y materiales–, como, sobre todo, por el lado de las emisiones –el continuado despliegue del cambio climático y sus impactos condiciona la realidad actual–. Estos hechos amenazan con convertir el sueño en pesadilla.
Son muchos los interrogantes sobre qué vendrá y cómo incorporarlo. La esperanza de las energías renovables e hipertecnológicas a la que aspira la Transición Verde impulsada por las instituciones para “cambiar sin que nada cambie” presenta no pocas brechas, pero dos son suficientes para cuestionar el modelo: una, la tasa de retorno energético (TRE) de las renovables no puede sostener ni remotamente el tamaño del sistema económico actual; y dos, estas tecnologías, además de ser demandantes de energías fósiles en su proceso de fabricación, requieren numerosos minerales y elementos cuyo pico de extracción se contempla alcanzar a lo largo del siglo XXI.
La electricidad por sí misma tampoco es un sustituto directo de los fósiles, a lo que se une el carácter oligopólico de los mercado de suministros energéticos –aunque no solo ellos– en España. Como asegura Santiago Álvarez Cantalapiedra en la INTRODUCCIÓN del número:
«La necesidad de cambiar el marco institucional en el que operan los actores implicados en la producción, el comercio y el consumo de la energía emerge como la conditio sine qua non para poder definir democráticamente el rumbo de la transición energética».El debate sobre la insoslayable transición energética debe realizarse entre las constricciones que imponen los límites naturales y los apremios temporales. Todo ello anuncia la magnitud y carácter de las dificultades a las que nos enfrentamos ante una crisis de energía y materiales.
Poco espacio y poco tiempo tenemos. Habrá que aprovecharlos.
Ante la escasez, se impone la sobriedad, Los más privilegiados no estamos acostumbrados a eso. Los marginados de la prosperidad aspiran más que nada a incorporarse a la abundancia y tampoco les hace mucha gracia el mundo decreciente que viene.
Para este viaje habrá que sacrificar la impedimenta, viajar ligeros de equipaje, como Antonio Machado. Como el estoicismo no está de moda, queriendo salvar el campamento podemos perder la batalla.
El también poeta Jorge Riechmann se acordó estos días de otra poeta (nadie dice ya poetisa: suena a la tópica mujer débil), que se vio obligada a viajar ligera de equipaje. Pero se trata de una mujer muy fuerte. El poema que nos trae podría interpretarse como aceptación de un destino fatal. Yo lo veo más bien como la búsqueda de la serenidad necesaria para la lucha, la única que puede evitar lo peor de lo que parece inevitable. Lo presenta así:
En tiempos de tanto desasosiego, se puede releer esta RECETA de Masha Kaleko (1907-1975), una gran poeta centroeuropea nacida en la antigua Galitzia, judía de lengua alemana, para quien el exilio fue una experiencia duradera. Lo traduzco del alemán desde Mascha Kaléko, La rue s’apelle “Reste fidèle” & autres poèmes (edición bilingüe de Jean-Marc Couvé), colección “Le Tire-langue”, eds. À L’INDEX, Le Havre 2020, p. 42-44.
Deshazte de los miedos
Para los años que quedan
bastará con lo que tienes.
El pan en la panera
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