Hace ya algunos siglos (pero no tantos) que se separaron en Europa el poder religioso y el político. Cuando el Imperio Romano adoptó el cristianismo como religión de estado, el emperador dejó de ser jefe religioso, Pontifex Maximus. El poder dual  de la Iglesia y el Estado fue desde entonces más o menos inestable, pero la hegemonía de la religión en la vida civil siguió siendo casi absoluta. Sólo en tiempos recientes la iglesia fue perdiendo fuerza (proceso ligado al auge del capitalismo, y en medio de crueles guerras de religión). Ahora, el poder eclesiástico no puede actuar como en otros siglos, pero no olvidemos que hace menos de dos la Inquisición española aún condenaba a muerte.
La dictadura de Franco era militar y teocrática. La Iglesia tuvo incluso, de modo indirecto (pero la Inquisición también se parapetaba tras el brazo secular), la reponsabilidad de muchas muertes, utilizando a nuevos brazos seculares, aunque también a veces a curas trabucaires.
Ilustrativamente, la dictadura incluyó en un mismo paquete de asignaturas Las Tres Marías (Religión, Política y Gimnasia). Mens infirma in corpore sano
La dictadura de Franco era militar y teocrática. La Iglesia tuvo incluso, de modo indirecto (pero la Inquisición también se parapetaba tras el brazo secular), la reponsabilidad de muchas muertes, utilizando a nuevos brazos seculares, aunque también a veces a curas trabucaires.
Ilustrativamente, la dictadura incluyó en un mismo paquete de asignaturas Las Tres Marías (Religión, Política y Gimnasia). Mens infirma in corpore sano
Por razones históricas, en el islam no se produjo, ya desde el principio, ninguna separación entre religión, política y gimnasia colectiva. Lo de la gimnasia no es baladí, porque los ritos comunitarios, que gobiernan toda la vida del musulmán practicante, tejen fuertes lazos, especialmente cuando son señas de identidad frente a sociedades que perciben como hostiles.
El poder político siempre se ligó al califato, o como mínimo a un emirato. Hay que entender esto, y el Occidente colonizador tiene alguna responsabilidad en el mantenimiento de tal fusión, que a veces ha utilizado en su provecho, como ha fomentado a su conveniencia las tendencias más reaccionarias dentro del islam. Y de aquellos polvos, estos lodos.
El poder político siempre se ligó al califato, o como mínimo a un emirato. Hay que entender esto, y el Occidente colonizador tiene alguna responsabilidad en el mantenimiento de tal fusión, que a veces ha utilizado en su provecho, como ha fomentado a su conveniencia las tendencias más reaccionarias dentro del islam. Y de aquellos polvos, estos lodos.
Rebelión
Me desorientan algunos ideólogos de la izquierda radical. Pecan, en parte, de eclecticismo, y en parte, de intelectualismo. Después de lo sucedido quedé pendiente de la respuesta de Podemos: condenó los asesinatos y se solidarizó con las víctimas. Fue escueto. No ideologizó el problema. Tampoco lo relativizó. Ni cayó en el eclecticismo ni en el intelectualismo. Su futuro político, la posibilidad de convertirse en el partido gobernante de un Estado capitalista occidental, lo obliga a actuar así. No puede separar lo que piensa de lo que llegado el caso tendrá que hacer.
Lenin elaboró una magistral lección para diferenciar la dialéctica del 
eclecticismo. Si necesito un vaso para beber agua, lo fundamental es que
 no esté resquebrajado. Si lo necesito de pisapapeles, por el contrario,
 puede estar resquebrajado. Se trata de que cuando nos enfrentamos a un 
problema hay que señalar y atender lo pertinente. Y lo pertinente en el 
caso del ataque terrorista a la revista Charlie Hebdo es justamente eso:
 un ataque terrorista. La forma religiosa con la que se cubre esa acción
 hay que verla justamente como eso: como pura forma, como máscara. La 
inmensa mayoría de los islamistas no son terroristas. Las principales 
víctimas del terrorismo yihadista son islamistas. Y lo que no es 
pertinente en este caso es hablar de islamofobia. 
Entiendo por 
intelectualista a aquel ideólogo que cuando reflexiona sobre los hechos 
lo hace como si no perteneciera a ninguna nación, clase y época 
histórica. Por eso hablé al principio de la posición de Podemos. Una
 de sus portavoces habló en el debate de la Sexta que el atentado contra
 Charlie Hebdo era un atentado contra la libertad de expresión. También 
precisó Pablo Iglesias que la lucha contra el terrorismo yihadista no 
debía implicar limitar las libertades y derechos de los ciudadanos y 
ciudadanas de la Unión Europea. Sus afirmaciones no se diferencian 
esencialmente de las declaraciones del PP y del PSOE, o para ser más 
preciso, de las declaraciones dominantes. Los dirigentes de Podemos se 
sienten parte de un sistema, de una nación y de una época. 
La 
crítica al islam no puede ser presentada como islamofobia ni tampoco 
como intolerancia. No podemos permitir que en suelo europeo crezcan de 
nuevo determinaciones históricas feudales. Los islamistas que viven en 
la Unión Europea o una buena parte de ellos hacen de su religión un 
aspecto fundamental de su identidad nacional. También lo hacen los 
judíos. Puede ser un aspecto de su identidad cultural. Pero haríamos mal
 en considerar que la religión pueda ser la base de la identidad 
cultural. La revolución burguesa en Europa logró que el Estado se 
liberara de la religión. Este logro todavía no se ha conquistado en 
buena parte de los países de religión musulmana. Y los inmigrantes que 
llegan a la Unión Europea provenientes de esos países están 
acostumbrados a que la religión sea fundamental en su vida como 
ciudadanos. Aquí hay que librar una dura batalla ideológica. La religión
 no puede ser un factor determinante en la vida de los ciudadanos 
europeos. Esa lucha ya se le ganó a la religión católica. Así que no 
podemos permitir que en el suelo de la Unión Europea la religión 
islámica se vuelva determinante en la vida ciudadana. 
La otra 
conquista importante de la Unión Europea es el peso que tiene en la 
cultura el agnosticismo y el ateísmo. Al leer a tantos ideólogos de la 
izquierda radical que nos advierten de la islamofobia que se puede 
desarrollar en la Unión Europea, compruebo que no hacen lo que deben 
hacer los verdaderos radicales: criticar a la religión como un opio. No 
comparto el estilo satírico que practica Charlie Hebdo con la religión 
musulmana, o con cualquier otra religión. Yo creo más en una lucha 
ideológica basada en el respeto mutuo. También debo decir que todo en la
 religión no es malo ni nocivo para el ser humano. En toda religión hay 
cultura y hay valores. Hay también riqueza espiritual. Pero del mismo 
modo debe haberla en al agnóstico y en el ateo. Creo, para terminar, que
 los valores que deben primar en la convivencia entre los ciudadanos 
europeos son los valores del Estado de derecho y del Estado laico. Y la 
identidad nacional o local de los ciudadanos europeos no debe tener la 
marca de religión alguna. 

 
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