Fernando Martínez Heredia fue entrevistado por Eric Toussaint en 
Santiago de Cuba y en La Habana en Julio de 1998. Aquella conversación ha sido 
publicada ahora en francés, el 24 diciembre, en http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article33911. En castellano aparece en Rebelion, bajo el título Cuba de 1959 a 1999 desde una perspectiva histórica.
Los países europeos del "socialismo real" fueron conducidos por sus propios dirigentes al capitalismo (ahora ya no hace falta añadir el adjetivo "salvaje"), Las poblaciones no movieron un dedo para evitarlo. Ni siquiera cuando afectó a conquistas sociales y los arrojó a la incertidumbre. Algo había separado al pueblo trabajador de esos dirigentes, y con ello del ideal socialista. Las manipuladas revoluciones de colorines los llevaron, de una situación que sentían como mala, a otra objetivamente peor. Pero no han reaccionado, porque por el camino perdieron la fe en la posibilidad de otra sociedad más justa.
Nos presentan a Cuba como un sistema dictatorial y opresivo, que aterroriza a la población, incapaz de alzarse contra sus gobernantes tiranos. Esto no se sostiene. Estados que reprimen con sangre la menor protesta no pueden evitar rebeliones, a veces triunfantes. Nada de eso ocurre en Cuba. Si se diera el caso, la invasión norteamericana estaría servida. Los "disidentes" son absolutamente minoritarios, y en muchos casos sospechosos, cuando no convictos, de estar financiados desde el exterior.
Seguramente la ola revolucionaria de Cuba puede romper contra las rocas del sistema-mundo. Alguna degradación de la moral colectiva puede producirse. Mucho se habría perdido si el nivel económico llegara a traducirse en consideración social.
Pero la experiencia está sembrada. las grandes aspiraciones a una sociedad mucho mejor, con una sólida ética social, dejan su poso. Y la situación global, con una crisis que no puede dejar de crecer, llevará a situaciones en que los ejemplos de la revolución cubana deben perdurar. No perdamos (no pierdan) la memoria.
El diálogo es demasiado largo para traerlo aquí completo, pero no me puedo resistir a una importante selección de párrafos. Como toda selección, con seguridad omite cuestiones importantes
(...)
Para nosotros, los que éramos muy jóvenes entonces o jovencitos, 
pero para todo el pueblo de Cuba, la vida cambió, se produjo en vez de 
una insurrección nacional que motivó el cambio de régimen, una 
profundísima revolución social, se rompieron además los lazos 
neocoloniales que ataban al país con los Estados Unidos. 
Dos impactos formidables, y los impactos vinieron juntos, en mi opinión no podían venir separados:
Una revolución capitalista antiimperialista en Cuba me parece absurdaSólo triunfó el antiimperialismo en Cuba de la mano del anticapitalismo
Sólo fue posible realizar la justicia social al interior de Cuba 
independizando al país de la relación con Estados Unidos, eso ha marcado
 el proceso de inicio. ¿Cómo se vive por la gente, cómo lo vivimos? La 
revolución que triunfa parece ser una fiesta interminable. En realidad 
desató potencialidades insospechadas en las personas. Sostengo que toda 
revolución es un triunfo sobre los límites de lo posible —no me voy a 
meter aquí en cuestiones de teoría política—, pero, la idea de qué era 
posible hacer en Cuba hasta el 59, con Cuba, con las cosas de los 
cubanos, con las relaciones de Cuba, fue trastornada a fondo. Los 
límites del posible estallaron.
Es muy difícil narrar algo de ese tamaño, solamente aludirlo: 
1) La idea de que un político es una persona habilidosa y ladrona fue sustituida por la idea de que un político es una persona honesta que representa los intereses del pueblo.2) Es sustituida masivamente, la idea de que Cuba no puede vivir como país civilizado si no es atado a sus relaciones con Estados Unidos, que mucha gente culta y destacada incluso lo pensó así durante un siglo, desapareció brutalmente, a tal punto que se le atribuyeron a los Estados Unidos además, y esto no nació ahí, pero tiene importancia para bien y a veces para mal, y quiero también insistir en lo segundo, se le atribuyeron a Estados Unidos todos los males del mundo, entonces se compone un nuevo cuadro que sólo se puede explicar después, no se explica cuando uno lo está viviendo, y que, el país se siente liberado.3) Hay un gran impacto libertario en las gentes, en la mayoría de la gente, que es una característica de toda revolución profunda.4) Otra característica es la existencia de un poder revolucionario. Claro, tiene que organizarse como un poder, entonces, en Cuba marcharon juntos durante mucho tiempo, un tiempo muy prolongado, el impacto libertario y el impacto del poder revolucionario.
“Si bien es cierto que el poder revolucionario terminó 
absorbiendo lo libertario, residuos de él, marcan incluso formas de 
expresión de pensamiento, de sentimiento y de la vida de muchos cubanos 
hasta hoy”
En muchos procesos estos dos impactos pueden ser 
el libertario menor, mayor, pero, el del poder revolucionario se hace 
fuerte muy rápidamente, recorta los aspectos libertarios más o menos 
brutalmente o no y después se queda con los símbolos de la revolución, 
simplemente exhibe los símbolos de la revolución como legitimación del 
nuevo poder, el caso cubano, el proceso fue, repito, una prolongada coexistencia de ambos
 y yo creo que esto marcó a la revolución en cuanto a la política, a la 
ideología, e incluso a una palabra clave tan mal entendida como la 
democracia y, si bien es cierto que el poder revolucionario terminó 
absorbiendo lo libertario, residuos de él, marcan incluso formas de 
expresión de pensamiento, de sentimiento y de la vida de muchos cubanos 
hasta hoy. Las formas políticas precedentes desaparecieron, no sólo 
la dictadura, el sistema democrático burgués precedente desapareció 
también, a esto hay que darle importancia. 
E. T.— Que forma de democracia revolucionaria hubo después de la revolución?
El problema es que yo no puedo concebir que alguien entienda a Cuba sin saber que Cuba no se inventó la duma ni el sacramento en ningún momento, como en Rusia. Desgraciadamente el eurocentrismo lleva a creer que entonces si el país es socialista entonces hay que ver lo que pasó en la URSS, por allí andarán o no andarán, si el país deja de ser socialista hay que ver cómo fue que Gorbachov y sus amigos y los que vinieron después hicieron las cosas, o sea, los soviéticos descubrieron el parlamento hace pocos años, los cubanos descubrieron el parlamento en el siglo pasado y la república cubana fue parlamentaria, y además, la televisión cubana se dedicó a mostrar esto cuando en Inglaterra todavía había menos televisores que en Cuba, poco después de la segunda guerra mundial, entonces yo tengo que decirlo porque para mí es importante que se entienda que los cubanos teníamos experiencias democrático burguesas y fueron abominadas también, y no lo digo ni para bien ni para mal, lo digo casi como historiador.
E. T.—¿Entonces fue reemplazado con qué?  
Fue reemplazado con un proceso, no con un objeto sino con un proceso,
 en ese proceso se trató de crear un poder que fuera absolutamente nuevo
 y naturalmente no fue así. Pero yo creo que fue una ruptura y por eso 
lo llamo así, porque no se imitó al sistema democrático burgués 
anterior. Tampoco se imitó al sistema soviético, aunque era la única 
fórmula que empezó a aparecer en el horizonte sobre todo a partir de 
1961. Sin embargo el primer choque interno político cubano dentro de la 
revolución después que esta se logró fortalecer a un grado que ya era 
irreversible, quiero decir después que ya no fue la evolución 
democrática burguesa de un país que tuvo una dictadura sino, la 
revolución, es el choque con los que querían reducir el proceso cubano a
 una democracia popular de tipo europeo oriental. Es lo que en Cuba se 
llamó el “sectarismo” del proceso político entre fines del 60 y el año 
1962 y que se caracteriza a través de incluso mencionar a una persona 
como el “Anibalismo” se decía... 
Ahora, la 
profundización del régimen revolucionario motivó que se creara un nuevo 
Estado, que tuvo incluso en alguna medida nuevos ministerios en la 
práctica. El INRA, Instituto Nacional de la Reforma Agraria es la madre 
de una parte de los ministerios, el ministerio de la industria 
azucarera, el ministerio del comercio interior por ejemplo, y de otros. A
 su vez, la madre del INRA, en una buena medida fue el Ejército Rebelde 
del 59, del 60, o sea de la institución básica de la revolución. Ahora 
viene un asunto que es verdaderamente importante incluso para entender 
algo de las primeras respuestas que es la pos historia, o sea, la 
revolución como insurrección fue un vivero de cuadros y de futuras 
estructuras organizativas. De ahí salió en gran parte el modo de ser 
real de la institución INRA y del INRA una parte del nuevo Estado. Los 
líderes del nuevo Estado -o sea Fidel Castro, el Che Guevara y otros- 
tenían en una buena medida, muy decisiva en muchos casos, su ideología 
rebelde, y las formas organizativas y la idea, los ideales. Pero la 
ideología de la organización ha estado muy relacionada con esas 
vivencias, con las experiencias y ahora también con el proyecto. Esta es
 una etapa en que el presente se convierte en cambios. Están cambiando 
cosas una y otra vez y el futuro se organiza como proyecto. Entonces ya 
se piensa ”tenemos que ser” incluso en la calle la gente dice “¿qué 
somos? Socialistas, ¿qué seremos? Comunistas”. Empieza la idea de que el
 régimen político se tiene que corresponder con los proyectos del país. 
En esta primera etapa los logros —y voy a usar un término que ya en la 
época ya se usaba mucho—, los logros de la revolución son el teatro de 
las transformaciones más profundas de la gente, de las relaciones 
sociales y las instituciones. No se pueden detallar ahora, pero 
significaron cambios muy profundos en la vida material. 
E. T.—Como influyeron las bases sobre las decisiones, las orientaciones?
Cuando lo quiero caracterizar digo que las inmensas transformaciones de 
la sociedad que beneficiaron a las mayorías, tuvieron una participación 
masiva y sistemática de las mayorías en la ejecución de ellas y en la 
defensa del nuevo régimen. Me queda claro y puedo hacer claro a todo el 
que me oiga que yo digo que tuvieron una participación masiva y 
sistemática en la ejecución de ellas, no en la elaboración, no en la 
decisión misma. Así además se trató de romper los viejos esquemas. Por 
eso es que hablé de la democracia anterior representativa, en la cual 
las elecciones y toda una serie de consultas eran lo habitual en el 
sistema democrático representativo. Se trató de romper esto e incluso 
aparecieron las concentraciones de masas en donde se pregunta y se corre
 el pequeño riesgo de que le digan a uno que no, con una masa 
enfebrecida que dice que sí. Yo creo que no hay que desdeñar el papel de
 producir autoconfianza, de producir seguridad en que el poder es 
nuestro, de que es nuestro poder, no son oraciones de unos burócratas, 
sino creencias de cientos de miles de personas, eso no es desdeñable.
E. T.—¿Las masas incidieron, por ejemplo al nivel de la reforma agraria?
Si, en realidad el orden en el campo, en Cuba antes de la revolución,
 era absolutamente rígido, con un sistema de guardias rurales del 
Estado, de guardias privados de los dueños. Pero también con una 
legalidad que incluso distinguía entre el hurto de cosas muebles, que 
era penado con la cárcel o la ley cubana y, el robarle tierra o derechos
 sobre la tierra a personas que no era penado como con la cárcel con la 
ley cubana sino que quedaba prácticamente dentro del derecho civil. Con 
esto quiero decir que desde la represión hasta la estructura legal 
favorecían una dominación en el campo que se rompió. La ideología de la 
revolución triunfante decía “La tierra al que la trabaja” como política,
 y decía “Volver el país hacia el campo”, como restitución de justicia a
 quienes todo lo han dado con su trabajo a la riqueza del país. “La 
Habana debe sacrificarse, la gente de La Habana ir a trabajar y hacer 
las inversiones económicas en el campo”, pero también como justicia a 
quienes durante generaciones lucharon por la independencia del país. 
Aquí aparece otra vez la figura del “mambí” insurrecto que está en el 
campo y que es del campo, con lo cual se empata un poco con la ideología
 nacionalista campesina de la segunda república burguesa neocolonial, 
pero ahora mirada de otro modo. De la misma manera que el gobierno 
revolucionario produce leyes febrilmente, y se empata con la tradición 
de la república burguesa en cuanto a producción o a discusión acerca de 
la producción de leyes. En los primeros años de la revolución se 
produjeron mil leyes, incontables reglamentos y miles de resoluciones. 
El INRA gobernaba con resoluciones que hacían los líderes regionales. 
Ahora bien, la gente, le dio su impronta, a través no sólo del 
cumplimento de la ley, sino del incumplimiento de ella. La gente unas 
veces esperó pero por lo general presionó y a veces incluso actuó 
simplemente, por ejemplo, al final del año 59 y en las primeras dos 
semanas del año 60 se produjo la verdadera gran ocupación de las tierras
 y transformación de la gestión en el campo, en nombre de la ley de 
reforma agraria por contingentes de soldados y civiles. Lo que pasa es 
que la forma organizada de conducir los procesos es fundamental en la 
revolución cubana, eso ha sido así, esto evitó desde los primeros días 
que hubiera baños de sangre por parte de multitudes enfurecidas. Eso no 
existió, sino que fuera a través de tribunales que se deseó la justicia,
 y acostumbró a que algo que venía de antes de la revolución, se 
volviera ahora general que era: “Toda cuestión que hagamos debe ser 
legalizada”. No quiere decir con esto que las actuaciones fueran digamos
 sólo dependientes de que una ley dice esto. Digo que las actuaciones 
fueran legalizadas, que así, lo que se llamaba nacionalizar, esto es, 
apropiarse de la propiedad privada de los burgueses, más o menos 
grandes, muy grandes o hasta a veces nada grandes, se convirtió en algo 
natural. Pero la ley lo refrendaba, entonces la expresión por ejemplo 
“por la libre” desapareció. “Por la libre” era lo que se hacía sin 
orden, o sea sin un orden, sin una organización, y la idea de que los 
revolucionarios deben organizarse adquirió una fuerza enorme. La 
organización de masas más importante en la primera época de la 
revolución en mi opinión, son las milicias nacionales revolucionarias. 
Lo viví y lo he estudiado después: a través de esta organización se 
produce un proceso de proletarización sin industrialización, o sea, un 
país con una desocupación masiva vista en una perspectiva de lo que en 
los libros puede aparecer de una rapidísima industrialización, para que 
entonces los que sólo leen manuales se puedan sentir más tranquilos 
porque dicen “¡Ah, con un proletariado mayoritario se produjo una 
revolución socialista!”, o sea, dado que no se puede tener esa 
satisfacción teórica, sin embargo, en la práctica sucede que las gentes 
organizadas tienen actitudes anticapitalistas de tipo muy estructurado, 
en la formación del armamento general del pueblo -como hubiera dicho 
Carlos Marx-, acá desempeñó un papel básico creo yo. Por otra parte la 
democratización de los sindicatos, que fue un proceso iniciado a fines 
de la guerra pero sobre todo durante el año 59, significó la promoción 
de un nuevo cuadro de dirigentes de base, intermedios e incluso altos 
sindicales, que procedían de la actividad y del entusiasmo de los 
trabajadores...
E. T.—Entonces hubo una democratización muy importante. 
Importantísima.
En los grandes procesos de cambio social las cosas pasan en poco 
tiempo. Yo pienso que los sindicatos tuvieron un momento de esplendor 
importante en la expansión de la ideología revolucionaria e incluso de 
las instituciones revolucionarias, y después declinaron ante todo porque
 su cultura venía de la lucha por reformas y demandas inmediatas. El 
hecho de las transformaciones revolucionarias superó completamente a lo 
que los sindicatos pensaban. Una demanda del 59 era pasar a cuatro 
turnos de seis horas en los centros azucareros, de manera que aumentara 
un tercio el número de trabajadores frente a la desocupación. Eso no 
sucedió. Sin embargo, en sólo cuatro años, en 1963, ya no había 
desocupación en Cuba sino empezaba a haber falta de brazos, falta de 
fuerza de trabajo. La transformación en cuanto al incumplimiento de la 
legislación laboral, a los pagos por debajo de los salarios mínimos, a 
la masa enorme de injusticias en el terreno de estas demandas 
inmediatas, fue sustituida por un triunfo en toda la línea de las 
demandas por un auge del ingreso de los trabajadores, pero también fue 
sustituida por una participación del Estado revolucionario que se volvió
 decisiva en lograr que estas cosas fueran reales. Desde la justicia 
laboral, que fue reformada y convertida en un procedimiento velocísimo, 
que le daba la razón siempre a los trabajadores. Incluso era casi una 
broma decir “El Ministerio del Trabajo juzga, pero el patrono que es el 
Estado no gana nunca. Sólo gana el trabajador”. Incluso, para producir 
un despido no había prácticamente ninguna forma. El Estado patrón no 
podía despedir prácticamente a ningún trabajador a través de nada de la 
justicia laboral hasta que se creó la ley 32, diez o once años después 
del triunfo de la revolución o más. Ahora, los sindicatos son rebasados 
entonces por unas estructuras que están dando más que lo que ellos 
soñaron en su sistema de sueños y de luchas. Por otra parte, el 
contenido de la política social del país se ha configurado a través de 
un enorme pacto social entre la población y el gobierno. O sea, el 
gobierno es el garante, por eso te decía yo la expresión “el poder es 
nuestro” es el garante de los cambios que están sucediendo y de que los 
cambios permanezcan. Es el garante de que la reforma agraria no sea 
seguida por una capitalización del campo, como en otros países donde ha 
habido una reforma agraria más o menos profunda. Sino que la reforma 
agraria sea un vehículo para un nuevo orden de cosas. Por eso en qué se 
convierta una revolución en el campo, entonces son las mismas fuerzas 
organizadas de la revolución, su Estado, su ejército, sus milicias, 
después la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños para este grupo 
nuevo que se ha creado de propietarios. 
 (...)
El sindicato no encontró
 rápidamente una nueva manera de comportarse porque se estructuró a 
partir de cómo existía antes que era una sola confederación nacional y 
entonces empezó a tener su liderazgo ya ahora más cercano al poder 
revolucionario. Hubiera sido algo absurdo pensar que el secretario 
general de la CTC tuviera una confrontación con este Estado que 
expresaba la revolución, pero de ahí a convertirse en un funcionario del
 Estado no había más que un paso: la participación. 
El nuevo 
Estado que tuvo que multiplicar sus funciones, también comenzó a 
burocratizarse rápidamente y, yo no creo que los sindicatos tuvieran 
culpa en esto, lo que pasa es que, los líderes máximos de la 
confederación no desempeñaron un papel en contra de esto. Eso es lo que 
tiene que ver con las expresiones del Che Guevara en un momento dado. 
Cuando el Che Guevara está en una lucha diferente, como ministro de 
Industrias pero sobre todo como líder político del país, donde él está 
tratando de producir un experimento de masas con 400 mil trabajadores 
organizados del Ministerio de Industrias, en la cual la participación 
del trabajador vaya siendo cada vez mayor. En un sistema que 
forzosamente ha tenido que ser autoritario, y un sistema que por demás, 
tiene el autoritarismo de la producción industrial. Entonces, en ese 
sentido se está refiriendo él, más bien a que los líderes del movimiento
 sindical pueden convertirse en un adorno del régimen. 
(...) El 12 Congreso de la CTC en septiembre de 1966 fue el intento por la propia dirección revolucionaria de revivificar el movimiento sindical, pero para que sirviera a una reorganización general del poder que estaba abatiendo las formas del propio Estado revolucionario del 59-60-61, burocratizado, y tenía una actividad en conjunto que marcó la segunda mitad de los años 60, que pretendió profundizar el sistema de transición socialista cubana, con una óptica y unos objetivos comunistas, que involucrados a la vez en el proceso de la revolución mundial, en este caso como el esfuerzo internacionalista en América Latina sobre todo, no sólo en América Latina pero sobre todo. El poder revolucionario pretendía a la vez que la revolución cubana iba a ser sólo la primera revolución socialista de América: el surgimiento de otros poderes permitiría la expansión. Las posibilidades, aquí otra vez el problema de la posibilidad, de la revolución cubana del 59 estuvo dada por el esfuerzo de los cubanos. La posibilidad de la profundización de la revolución cubana a la segunda mitad de los 60, estaba fiado a que ese esfuerzo fuera prolongado por los triunfos de los revolucionarios argentinos, o brasileños, venezolanos o de otros países que permitiera una nueva unión internacional que hiciera viable a la economía y al régimen político-ideológico cubano que resultaba independiente de la corriente llamada socialista de la Unión Soviética, y también se había independizado de la corriente maoísta y entonces... En esa situación, tanto el movimiento sindical como el Estado, como el conjunto de instituciones cubanas, estuvieron en una tensión tremenda. El movimiento sindical no sobrevivió a ella, en la segunda mitad de los 60, fue sustituido por otras formas organizativas. En las unidades de producción sobre todo y en los niveles altos prácticamente perdió toda su importancia, y sólo la recuperó en los primeros años 70, ya de otra manera muy diferente.
(...)
Ahora, el Partido Unido de la Revolución Socialista, tuvo como otro 
rasgo y yo creo que es muy importante el intentar, que a diferencia de 
otros países, el partido no gobernara los asuntos de la administración. 
Sino que trató de controlarlos con fuerza política y moral. Esa ha sido 
una de las líneas en las cuales, no sólo la retórica sino la práctica 
política cubana, estructural, interna del partido ha insistido durante 
más de 30 años. Cuando se formó el Partido Comunista de Cuba, en octubre
 del 65, se trató de que esto se convirtiera en ley. En el año 71, en 
los primeros años 70, cuando hubo una reestructuración fuerte, de la 
cual yo tengo muchas críticas que hacer, se trató de que esto 
permaneciera y yo creo que en líneas generales permaneció. El planteo de
 crítica a que el partido estuviera dirigiendo a las administraciones en
 la práctica, es un planteo de Fidel Castro, del Che Guevara, de otros 
desde los inicios. Esto que si ya fue de verdad un partido producido en 
Cuba de tipo comunista. Ahora, las influencias sobre este partido, de 
las formas organizativas soviéticas durante los años 60, fueron mínimas.
 Fidel Castro sobre el partido 
“Cuál es la función 
del partido? Orientar. Orienta en todos los niveles, no gobierna en 
todos los niveles. Crea la conciencia revolucionaria de las masas, educa
 a las masas, es el engranaje con las masas, educa a las masas en las 
ideas del socialismo y en las ideas del comunismo, exhorta a las masas 
al trabajo, al esfuerzo, a defender la revolución. Divulga las ideas de 
la revolución, supervisa, controla, vigila, informa, discute lo que 
tenga que discutir, pero no tiene las atribuciones de quitar y poner 
administradores, de quitar y poner funcionarios. (…)
 
Es bueno recordar ciertos hechos, como el hecho de que nosotros hicimos 
una guerra, la dirigimos, la ganamos y sobre los hombros de ninguno de 
nosotros hay estrellas de general, ni sobre nuestros pechos cuelgan 
condecoraciones. Y como gobernantes, la primera ley que propusimos fue 
prohibir que se levantaran estatuas. Entonces no se discutían tanto como
 ahora estos problemitas del culto de la personalidad, pero nosotros, 
por convicción profunda, propusimos que se prohibiera por ley hacer 
estatuas a personas vivas, que se pusiese a calles, o ciudades, u obras 
el nombre de personas vivas. Y más todavía: que por ley se prohibiera 
que los retratos nuestros estuviesen en los despachos oficiales. ¿Por 
demagogia? No. Por profunda convicción revolucionaria hemos actuado 
así”. (Extracto de “Versión completa del discurso de 
Fidel Castro del 26 de Marzo 1962”, in Obra Revolucionaria, n°10, La 
Habana, 1962).
(...)
Te decía que el Partido Unido y el Partido Comunista tienen una 
solidísima pretensión de diferenciarse de los partidos de Europa 
Oriental en cuanto a la separación partido-Estado, que se expresa en que
 en la cúpula si, en la máxima dirección hay una opinión, quiero decir 
en Fidel y de ahí para abajo, según la cual tiene que haber una 
separación desde el buró político al comité central. Además, recuerda 
que el Partido Cubano tuvo su primer congreso sólo 17 años después del 
triunfo de la revolución y 10 años después de la formación del comité 
central. Esto da una idea de que su vocación no era dar congresos a cada
 rato ni apurarse en dar congresos, no tenía ninguna vocación en ese 
tema. 
E. T.—Parece evidente, sí. 
Es obvio. 
Entonces, la idea de que el partido tenía que ser un instrumento 
fundamental, pero un instrumento de la revolución, que es una idea 
importante, la idea de que era un avance entre otros de Cuba con 
relación a la experiencia de Europa Oriental.
(...)
En los años 70, que tienen a mi juicio una segunda etapa de la 
revolución, se produce una reorganización de todas las instituciones, el
 Estado volvió a reorganizarse, porque el Estado primero yo te decía que
 entre 65 y 67 sufrió unos embates absolutos y trató de ser reorganizado
 de una manera que se suponía que era una profundización comunista del 
socialismo. Entonces en el 70 se produjo un proceso de críticas masivas y
 con asambleas públicas que se pasaban por televisión que comenzaron en 
el Ministerio de Industria Ligera. Comenzaron también con el grito de 
Fidel en el discurso del 26 de Julio de 1970 que decía: “El poder del 
pueblo, ese sí es poder” y su expresión días después en las primeras 
asambleas: “El socialismo no puede escoger. El socialismo tiene que ser 
de masas. Simplemente el socialismo que no es democrático y de masas se 
burocratiza y deja de ser socialismo”. O su expresión el 7 de diciembre 
del propio año, cuando se constituyó el nuevo sindicato del ministerio 
de la industria ligera, un sindicato que venía de las asambleas de base,
 y para tratar de hacer un sindicato verdaderamente democrático, fuerte 
otra vez, porque habían desaparecido, te decía que Fidel dice en voz muy
 fuerte: “Ahora el ministro si tiene con quien discutir”. Pero ese 
proyecto no triunfó. Decir, pensar que su existencia no tuvo ningún 
efecto sería un error grave, sería un grave error para entender el 
proceso cubano. Por eso yo le he llamado a la segunda etapa en escritos 
míos una etapa muy contradictoria, en la que predomina la ideología 
procedente de la adaptación cubana de los soviéticos a puntos, en 
algunos casos verdaderamente muy lamentables, muy, muy lamentables, y a 
la vez las características del proceso cubano que decía, autoritario, 
pero también popular a su manera, pero también con vocación y ansias 
participativas a su manera. 
Una de las cosas que mantuvieron 
su prestigio moral en la segunda etapa fue el carácter autónomo de las 
organizaciones de base del partido. Cuando vino la rectificación del 85 
era habitual entre los militantes y las organizaciones de base del 
partido decir: “¡Ah, nosotros por lo menos hemos salvado nuestro honor, 
porque nosotros nos hemos opuesto, hemos criticado (inútilmente si tu 
quieres) a los efectos graves de la burocratización, pero no 
participamos en ella”, e incluso hubo la expresión aquella: “No queremos
 que el partido sea un conjunto de monjes que exhiba su pureza frente a 
la situación”.
E. T.—Entonces Fernando, qué ocurrió entre 1970-71 y 1985?
En esta etapa, que a mi juicio es la segunda etapa de la revolución 
en el poder, el partido fue afectado por los rasgos generales de la 
etapa, que a mi juicio es también, y de una manera demasiado 
simplificada, un proceso de inserción de la economía cubana al sistema 
internacional CAME o COMECON. Se abandonó la pretensión del 
autoabastecimiento alimentario, se produjo la complementación de las dos
 economías, soviética con alguna participación interesante alemana, 
búlgara. Una complementación en la cual Cuba obtuvo por negociaciones en
 los primeros 70 algunos logros importantes en cuanto a los términos de 
intercambio y a los créditos, pero no obtuvo nada que sustancialmente 
sirviera para asegurarle un desarrollo económico autónomo. Sino más bien
 la permanencia de su carácter de exportador de productos básicos que 
llegó a ser de 4 millones 300 mil toneladas de azúcar, casi todo crudo, a
 este mercado en los primeros años 80 a precios mayores pero con 
arreglos en canal de precios que era complementado por exportaciones 
sustanciales de níquel a la URSS y alguna ayuda en cuanto al proceso de 
industrialización cubano que, sin embargo, no pudo ser ni de un máximo o
 siquiera grande aprovechamiento de sus reservas naturales de hierro y 
níquel, porque nunca le vendieron a Cuba una siderúrgica. O sea para 
pasar a tener producciones de un valor agregado notable y estar en una 
producción mecánica, correspondiente incluso con la formación, la 
preparación de trabajadores calificados en Cuba que es enorme. No pudo 
tampoco —decía yo primero el autoabastecimiento alimentario— no pudo 
tampoco desarrollar su electrónica como un elemento competitivo 
internacional del tercer mundo, por razones de la oposición activa y 
sistemática norteamericana, que ha sido a través del bloqueo, un factor 
determinante en algunos de los límites principales de la economía cubana
 en su evolución. El plan de desarrollo de la electrónica es un plan 
viejo en Cuba de los años 60. Entonces la industrialización cubana de 
los años 70 es muy limitada, es no aprovechadora suficientemente de los 
recursos naturales, es con no acceso a los mercados que pudiera haber 
tenido naturalmente por la oposición norteamericana pero tampoco acceso a
 créditos por la misma oposición norteamericana que le hubieran sido 
favorables y, sujetada a una relación con el CAME que no estaba 
interesado —como dije primero—, en favorecer un desarrollo económico 
autónomo de Cuba. Entonces, en esos términos yo pienso que eso es muy 
decisivo en esta segunda etapa. Sin embargo, se consiguieron unos niveles 
de consumo de la población mucho más altos que en la etapa anterior y, 
como el sistema era de redistribución sistemática de la riqueza social, 
pues también entonces, la diferenciación del consumo no fue muy grande. 
Lo que se consideraba en Cuba diferencias sociales es una broma, 
comparado con las diferencias sociales de otros países y, las 
expectativas de la población todavía estuvieron muy marcadas por la 
renuncia de la mayoría a tener modelos consumistas de comportamiento. 
Ahí aunque sea también todo esto tan simple, los contrapondría con 
Polonia por ejemplo, sería hasta el motín por problemas de consumo, en 
Cuba que es un país por lo menos tan occidental como Polonia y quizás 
más. Polonia es muy occidental, por eso es que yo la puse como referente
 y no a Bulgaria que es un país campesino. En Cuba la idea del papel del
 consumo pudo ser educada en gran medida por la acumulación cultural de 
la revolución, mantenida dentro de unos cauces en los cuales la 
población sintió que tenía un fuerte bienestar económico en esta etapa, 
sobre todo después de la mitad de los 70 en adelante, hasta fines de los
 80. Entonces a la vez la universalización de la educación comenzó a dar
 frutos muy notables. En el curso de solo una generación, el peso 
mayoritario de la enseñanza primaria se cambió para el peso mayoritario 
de la enseñanza media, en números, y la calidad por tanto de preparación
 de la población se transformó radicalmente. Es difícil encontrar en un 
país un cambio tan grande de los niveles de escolaridad y técnico en el 
curso de una sola generación.
Es también una cobertura de 
salud verdadera, una cobertura universal, y ambas gratuitas, el sistema 
de seguridad social, —según un especialista de la universidad de 
Harvard, tal vez el nombre sea largo— era con mucho, el mejor de América
 Latina. Había superado al argentino hacía rato que era el mejor y su 
cobertura también universal. Entonces, en este marco de bienestar por 
usar el término, el Estado se burocratizó profundamente, el modo 
correspondiente entonces de resolver los problemas que tenían que ver 
con él también se burocratizó. La influencia sobre la política en 
general de esa burocratización fue muy grande. Yo decía, las estructuras
 de base del partido permanecen bastante separadas de esto, pero esto no
 quiere decir que no se fuera afectado, claro que si. Ahora, la 
burocratización estatal, que no se mide sólo en números de burócratas, 
según la cifra del 86 se había multiplicado en 12 años por 2,5 el número
 de funcionarios en todas partes.
(...)
Entonces, de 1985 en adelante se puso en movimiento una nueva fase al
 parecer de la revolución del proceso cubano y, en realidad lo que 
sucedió primero fue el fin de la fase anterior y comenzó otra que en mi 
opinión nadie esperaba, por lo menos en sus elementos más esenciales. El
 proceso de rectificación ocupó la segunda mitad de la década de los 80,
 obtuvo algunos éxitos principales y tuvo algunos fracasos. En los 
primeros, en mi opinión, el más importante fue el rechazo tan precoz al 
rumbo soviético. El rumbo soviético todavía se insinuaba cuando ya la 
crítica cubana al modo de adecuación que había tenido el país a aquel 
modelo estaba a todo vapor. Esto fue muy importante para resistir el 
impacto interno que hubiera tenido una Perestroika triunfante en un país
 de ideología pro soviética. 
En esos años se reafirmó el 
liderazgo de Fidel Castro, se retornó a algunos de los elementos 
principales del proyecto original de la revolución, pero obviamente las 
circunstancias ya eran muy diferentes. Sin embargo, la población en su 
mayoría respondió con bastante entusiasmo, a la vez se produjo el final 
victorioso de la guerra en Angola, el cual fue una satisfacción moral 
para la gente en el país. No sólo el triunfo en Angola sino el 
establecimiento de Namibia y el fin del Apartheid. El propio Mandela lo 
ha hablado después. Ahora, en un terreno interno se trataba de un 
movimiento político que aspiraba a producir cambios muy profundos sin 
arriesgar demasiado. La participación popular fue requerida pero no fue 
desatada. La participación controlada rindió algunos triunfos muy 
importantes pero, los aparatos mismos ya existentes, la existencia de 
grupos de presión, de grupos de poder, de ideologías cristalizadas, 
operaron en mi opinión muy desfavorablemente sobre el proceso. En 
definitiva fue muy exitosa la resistencia a los intentos del tipo 
soviético, "perestroiko", pero había otra condicionante que resultó 
también en su resultado muy negativa: la economía cubana debía cambiar 
de rumbo en un plazo relativamente breve y resultó el plazo real de 
brevísimo. En cinco años comenzaron a desaparecer y en un año más 
desaparecieron del todo las relaciones con la URSS y el CAME, pero lo 
esencial, o sea se desplomaron las relaciones internacionales económicas
 de Cuba después de una crisis de los últimos años 80 en sólo 18 meses 
del inicio de los 90. No hubo manera de evitar ese desplome. En realidad
 se mantuvo el orden económico y político, se desprestigió bastante el 
socialismo a los ojos de la mayoría de la gente, porque se había dicho 
que el socialismo por excelencia era el soviético. Y sin embargo, a la 
vez, se produjo en mi opinión un hecho social fundamental, la mayoría de
 la población cubana se aferró al modo de vida que había vivido durante 
tres décadas y al régimen político que la representaba. En esos dos años
 que van de la caída del Muro de Berlín al fin de la Unión Soviética, 
que significan para Cuba que se desata también la crisis económica que 
hace bajar el producto económico y los intercambios internacionales, en 
cifras que a mi no me gusta darlas por exactas pero que son aterradoras y
 que marcan el fondo de la crisis económica 1993-1994. Además de la baja
 del producto y del comercio internacional, un dislocamiento real de las
 condiciones de reproducción económica. Una caída de las condiciones 
materiales de vida para la mayor parte de la población, la parte 
demasiado numerosa de la población. Fue resistido por la mayoría de una 
manera ejemplar. Yo creo que ahí viene un hecho social que es el 
principal hecho político de la primera mitad de los 90, el principal 
hecho político no es político, es social, es que con una extrema 
cohesión la población resistió la erosión económica, la erosión del 
prestigio del socialismo, la erosión del régimen mismo cubano, que 
estaba desgastándose desde unos pocos años.
(...) 
Al mismo tiempo había una convicción política que no puede volver el 
estado de cosas anterior porque, en ese estado de cosas perderemos, 
piensa la mayoría, el modo de vida espiritual y material. Saldremos 
perdiendo, porque no hay espacio para nosotros en la economía mundial 
como es. 
Lo que llamábamos la justicia social 
antiguamente, y después el socialismo, y que ahora es lo que ha sido 
incluso hábito de vida en los años 70-80, y tiene su legitimidad en la 
revolución no en otra parte, no es en un movimiento social-demócrata, no
 es el régimen democrático burgués, es en la revolución y no en otra 
parte. 
Un tercer elemento es, si los Estados Unidos se 
encuentran en capacidad de hacerlo, aplastarían el modo de vida de los 
cubanos y la soberanía nacional de Cuba. Los Estados Unidos son, en 
cuanto régimen político imperialista, un enemigo que está ansioso de 
cobrar venganza, de eliminar el ejemplo latinoamericano, el ejemplo 
tercermundista, el ejemplo a las puertas mismas de Estados Unidos y el 
régimen cubano es obviamente, sigue siendo antiimperialista.
Yo
 creo que de estas convicciones se nutrió la cohesión social, la 
disciplina, el acatamiento de un proceso en el cual se pasó por las 
tormentas del años 89, se pasó por las profundas críticas y autocríticas
 de ese propio año, que culminan en el documento autocríticamente más 
importante del Partido Cubano que es el llamamiento al Cuarto Congreso 
en marzo de 1990, en el cual se pasa revista de una manera feroz a las 
debilidades y errores, a las insuficiencias del país y se plantea que lo
 discutan todos los cubanos. Se orienta incluso que las discusiones no 
sean en el seno del partido y que los militantes sean libres de decir lo
 que quieran y que todo el mundo hable en asambleas en todo el país, y 
que sólo se recojan en actas las críticas no los errores. Se recogen un 
millón de criticas en 70 mil asambleas: un proceso político democrático 
extraordinario que sucedió después de la caída del Muro de Berlín, en el
 momento en que se desplomaba todo en Europa oriental en el año 90.
A
 Cuba, ese proceso político le dio mucho aire también, y sin embargo 
después no fue continuado, se retrasó el Cuarto Congreso, finalmente se 
dio en Santiago de Cuba, más bien, aunque hubo debates ideológicos muy 
interesantes, en él lo que se acordaron fue qué medidas tomar en el 
sentido de hacer más fuerte a la dirección, medidas digamos como el 
tiempo de guerra que decía Eduardo Galeano, o sea, están obligando al 
régimen cubano a endurecerse, ojalá que no nos tenga que suceder de ahí 
consecuencias negativas, lo cierto es que, en la política cubana 
sobrevino una etapa en la cual, aunque se acordó que los diputados 
fueran elegidos directamente, aunque se mantuvo el poder popular 
municipal y se trató de fortalecer, lo cierto es que, la política, y 
hasta el día de hoy hemos tenido un congreso del partido incluso 
después, es un territorio tranquilo, es un territorio sin mayores 
emociones, la sociedad no, la sociedad en cada uno de los años 90 ha 
registrado turbulencias extraordinarias. Por esto decía y repito: la 
capacidad de la población de asumir esa situación y trabajar en ella es 
muy notable, porque Cuba ha logrado salir poco a poco, de la situación 
más aguda de crisis económica, incluso de manera un tanto diversificada.
En
 las regiones, en las localidades, en muchas zonas del país, el país se 
volvió sobre si mismo, perdida la capacidad de recursos y la capacidad 
de decisión de los ministerios centrales en muchos lugares y de sus 
delegados, fueron los grupos regionales y locales los que asumieron el 
mando de la distribución y redistribución de la vida económica para la 
sobrevivencia de la gente. En algunos casos se han obtenido resultados 
muy notables, en cierto número de regiones y ciudades se vive mejor que 
en La Habana materialmente hablando. El país naturalmente se escindió un
 poco así, pero sólo un poco, porque culturalmente es un país muy 
unificado, en el terreno ideológico político siguió funcionando igual. 
En el terreno económico-social estas actividades han sido un factor 
muy positivo y han contribuido a que haya menos malestar.
De
 todos modos las grandes ciudades, las mayores, Santiago de Cuba y La 
Habana, sobre todo La Habana, han sentido el impacto de la pérdida de 
sus maneras habituales de consumir. En La Habana que es un teatro 
fundamental en este sentido, como toda capital, se ha sentido más la 
aparición de nuevos factores internacionales en juego en el país, o sea 
el turismo, en un efecto de demostración dirían los sociólogos terrible,
 es el mundo de la peor manera, gente de clase media y media baja del 
primer mundo que gasta sus ahorros en un país que debe estar más o menos
 barato pero, aparecen acá mostrándose como supuestamente serían todo el
 año, lo cual es una broma de mal gusto, son sus días de vacaciones. El 
país en el cual ser prostituta parece algo del pasado y se vuelve de 
pronto algo del presente. El país en el cual tener un familiar en los 
Estados Unidos no se consideraba un timbre de orgullo, y de pronto 
resulta un factor por el cual se puede tener un ingreso, porque se hacen
 remesas de los inmigrantes a sus familiares que son una de las entradas
 de divisas importantes del país. Esto significa que personas que no se 
caracterizan necesariamente por la complejidad del trabajo que realicen 
pueden tener una vida muchísimo más holgada que otros.
Esto
 sucede de manera menos inocente con personas que han realizado en el 
mercado negro durante los primeros años 90, actividades que les han 
reportado enormes ingresos en pesos o en dólares. Es interesante en Cuba
 incluso cómo una parte inmensa de esta ganancia de pesos, se ha puesto 
en los bancos. Es como decir “yo soy el mercado negro pero tengo una 
enorme confianza en el banco del Estado”. Hace cuatro años en un 
municipio, yo comprobé con los abogados de ahí que había 38 cuentas 
corrientes en la ciudad de más de un millón de pesos. Estas personas 
individuales habían puesto ahí sus ganancias, en el banco del Estado. Se
 va creando de este modo en el país una diferenciación por el ingreso 
que va resultando muy notable. Quizá para cualquier otro país de América
 o de otros lugares del mundo esto no sería nada notable. Para Cuba es 
extraordinariamente notable porque la dispersión con relación al ingreso
 en el per cápita cubano era al revés que en el resto de América Latina.
 Esta diferenciación por el ingreso no significa todavía una 
diferenciación general de clase. En mi opinión, en lo que es la clase 
social se necesitan otros elementos más. O sea, los que tienen una mejor
 posición material no tienen ninguna legitimidad delegada a ella, no son
 considerados legítimos a nivel social. La propiedad privada no ha 
recuperado su prestigio después de la pérdida total de prestigio que 
tuvo en Cuba a principios de los 60’s, pero no cabe duda que el dinero 
sí. El dinero ha avanzado en sus capacidades respecto a las personas en 
estos años 90 enormemente. 
Entonces una sociedad que acepta en la práctica cotidiana o mercantil, 
ideológicamente se reclama socialista, una sociedad que todavía no 
aprecia el valor de la propiedad privada entiende que es imprescindible 
—porque lo es además— que exista una economía que llamamos mixta o que 
el pueblo corrientemente ha llamado con nombres alusivos como las firmas
 por ejemplo, o las empresas mixtas, los gerentes, etcétera, entonces 
significa que Cuba se reinserta en una economía mundial, que claro está 
dominada por el capitalismo, pero con un régimen que nace y tiene su 
legitimidad en el anticapitalismo, que sostiene la política social que a
 la vez es un sostenedor del modo de vida anterior y un vehículo de 
transición para las formas nuevas de relaciones sociales, que mantienen 
no sólo el orden, en el sentido pedestre de la palabra, que en muchos 
países simplemente significa la represión, sino que mantiene la paz 
social, una paz en el sentido de que la represión no es un elemento 
importante en la sociedad y que la esperanza de muchos todavía es un 
elemento muy importante… es una situación complicadísima, que yo no 
soy capaz de profetizar nada con relación a ella, yo veo que la altísima
 cultura de la población, la cultura política, no sólo la general 
sino sobre todo la política, es un factor sumamente positivo al cual he 
tratado de referirme. Yo veo que las relaciones mercantil dinerarias, la
 representación es tan negativa que esto tiene para grandes partes de la
 población, son factores en contra de la permanencia del socialismo en 
Cuba, de la transición socialista que es como le llamo yo en Cuba.
(...)
E. T.—...Entonces, cuando te refieres al rechazo en la 
sociedad cubana a la propiedad privada, yo me pregunto si no habría que 
añadir o completar la idea con el hecho que si se abre la puerta a 
transformar un enriquecimiento personal, la propiedad privada, en 
relación social capitalista. Me explico: por ejemplo con un millón de 
pesos en una cuenta de ahorros seria posible, si hay un cambio legal –o 
de forma ilegal- con esta suma de dinero de alquilar la fuerza de 
trabajo y entonces de transformar ese dinero en capital. Es decir en una
 relación social que permite a su dueño alquilar la fuerza de trabajo de
 sus compatriotas que ahora, en esa ocasión empiezan a ser sus 
subordinados explotados por él. Sería un regreso a una relación 
capitalista entre las personas. Entonces yo me pregunto si hay ese 
peligro si se abre la puerta y quizás podrías, en segundo lugar, decirme
 si hay un rechazo a esa forma de contractar el trabajo asalariado por 
parte de compatriotas.
 
Si, yo pienso que estoy absolutamente de acuerdo con el sentido de lo
 que estás diciendo y, me parece muy bueno que lo hayas dicho porque 
efectivamente no hay en Cuba espacios. No hay espacios en Cuba para 
esto: esa relación fundamental y social del capitalismo. O sea no se le 
ocurre como posible a los que tienen esas enormes cuentas, por esto es 
que yo decía la diferenciación por el ingreso, incluso en algunos ha 
producido una alta distinción porque tienen un alto ingreso, pero no han
 subido socialmente mucho, son digamos los aventureros, otros tienen 
mayor ingreso y tienen un lugar social bastante importante, 
relativamente importante.
E. T.—Me imagino también que hay gente que de manera ilegal contrata a otros, pero es todavía ilegal.
Si y además hay muchos miles, decenas de miles, muchos, incluso 
quizás cientos de miles, cuyo nivel económico ha bajado pero su nivel 
social no. Por ejemplo los médicos, los maestros, muchos trabajadores 
técnicos, su nivel económico ha bajado y su nivel social no, su 
prestigio social no. 60 mil médicos, 40 mil ingenieros, 300 mil maestros
 y profesores en un país pequeño, con montones de trabajadores de áreas 
no beneficiadas por otro tipo de remuneraciones. Entonces es una 
situación en la cual los que tienen una posición mejor, por esto yo 
decía no están legitimados, pero además la idea de una relación social 
de producción como la contratación de personas resulta todavía 
inconcebible, yo pienso que eso indica la fuerza todavía de los valores 
de la sociedad anticapitalista, creo que es imprescindible conservar esa
 fuerza. 
E. T.— ¡Ojalá que tenga razón!  

 
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